Trabajar en el futuro corrigiendo el presente

Julio Álvarez- Buylla VIGO

GRADA DE RÍO

RC CELTA

En fútbol la memoria es de corto recorrido y muchas veces alcanza poco más allá del último partido

28 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En fútbol la memoria es de corto recorrido y muchas veces alcanza poco más allá del último partido. Si hace un mes estábamos hablando de las buenas sensaciones dejadas por el equipo, las dos últimas goleadas encajadas nos dejan con la percepción de que el Celta está más crudo de lo que se creía tras las dos victorias consecutivas. Cada partido está lleno de matices y tanto las derrotas en el Metropolitano como en Mestalla los tienen, pero eso no implica que hayan sido derrotas demasiado contundentes como para justificarlas solo en base a la falta de acierto, la puntería del rival o por el hecho de jugar en inferioridad.

Así como en sus dos victorias ante Girona y Cádiz los celestes se mostraron eficaces en defensa, las tres goleadas cosechadas ante equipos futbolísticamente más exigentes han dejado entrever carencias. Los vigueses sufren cuando realizan presión alta. Una presión a la que le falta coordinación, convicción y probablemente ese punto físico para llegar a hostigar en el momento adecuado para provocar el error en el rival y robar. El paso de los minutos y la bajada del rendimiento físico acentúan los errores celestes convirtiendo el equipo en demasiado largo facilitando por ello los espacios al rival. Y esto contra los equipos de arriba se paga. A la presión alta todavía le falta trabajo físico y táctico para llegar a ser otra vez una de las señales de identidad del juego del equipo.

Por otro lado, el Celta en los últimos partidos no ha defendido bien por dentro ni por fuera echando en falta las ayudas defensivas que prestaba la segunda línea, bien en auxilio de los laterales los cuales sufrieron mucho ante el Valencia, bien cerrando por dentro las caídas de los centrales fuera de su zona.

En ataque Coudet sigue perseverando en su idea de tratar de jugar como antaño, pero utilizando para el medio centro ofensivo un jugador de corte defensivo. De lo que hemos visto hasta ahora y por lo que nos ha mostrado en la práctica sobre el verde Gabi Veiga parece el jugador que mejor se podría adaptar a ese puesto. Siempre que ha salido el equipo lo ha notado, aunque salvo contra el Cádiz su irrupción en el campo tal vez fue demasiado tardía.

Los vigueses también han echado de menos el juego entre líneas y la capacidad de los interiores para recibir por dentro y desatascar la salida de balón para cambiar la orientación del juego o para triangular en corto buscando la amplitud y profundidad de los laterales o la ruptura del punta. Coudet ha probado perfiles diferentes acompañando a Cervi sin que parezca que por ahora haya dado con la tecla.

En la punta de ataque los vigueses esperan como agua de mayo la recuperación de Paciência. La falta de otro punta provoca que a Larsen se le hagan los partidos eternos repercutiendo tanto sobre el juego ofensivo como defensivo.

Los méritos del Chacho desde su llegada a Vigo están ahí, pero seguimos echando en falta la utilización del banquillo. Ya no solo por lo que pueda aportar al equipo la entrada de un jugador fresco sino por la necesidad de tener «metidos» en la dinámica al mayor número de efectivos posibles.

Comienza un tramo exigente de calendario, una buena ocasión de analizar el crecimiento del equipo y si lo visto hasta ahora es algo temporal o si por el contrario es la medida de lo que puede dar el equipo.