Volver a empezar

Julio Álvarez- Buylla VIGO

GRADA DE RÍO

RC CELTA

El portugués ha optado por un tratamiento paliativo más conservador

12 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace dos años llegaba Eduardo Coudet a un Celta sumido en una crisis de juego, clasificatoria y de identidad. No le importaron ni el momento, ni la necesidad de confianza, ni la necesidad de puntos. Solo le importaba su idea. Sacó de manual su 1-4-1-3-2 con presión alta, velocidad en la circulación de balón y con transiciones rápidas tanto para defender como para atacar. A mí, como a muchos otros, rápidamente me ilusionó un modelo de juego vertiginoso que nos hacía retrotraernos a los mejores momentos del añorado Eduardo Berizzo. Todos queríamos subirnos a esa «chachoneta» tras años de desasosegantes paseos sin rumbo ni metas claras. El final de aquella Liga deslumbró tanto que la ilusión desbordó al celtismo.

El tiempo, desgraciadamente, no jugó a favor del Chacho ni de su idea. Pero esa personalidad y ese inmovilismo que en aquel momento sirvieron al Celta para darle confianza y crecer, se fueron convirtiendo en debilidad a medida que el equipo necesitaba de otro tipo de gestión de vestuario y de otras soluciones tácticas. En definitiva, una demostración de que la misma idea puede ser buena o mala dependiendo de cuándo se aplique y de la necesidad de adaptar esa idea al momento y contexto.

Carlos Carvalhal ha heredado un Celta con una parecida sintomatología, aunque los primeros auxilios aplicados han diferido bastante de los aplicados por aquel entonces por el argentino. El portugués ha optado por un tratamiento paliativo más conservador, basado en juntarse en campo propio en lugar de exponerse en campo rival. Vallecas no era campo fácil ni el Rayo un equipo en un momento de juego menor, así que el plan de partido se centró en acumular gente en defensa, juntarse en campo propio, dar la posesión al rival esperando su desgaste y buscar el error de los vallecanos para correr a sus espaldas con muchos metros por delante.

De una manera u otra, el equipo compitió e incluso se podría decir que no sufrió, igualando en oportunidades con los locales y creciendo en el partido con el oxígeno de los cambios, algo que es novedad. Novedad también fue ver de partida el dibujo con tres centrales e incluso la variante de ver a Carles defender y atacar partiendo de posiciones distintas. Javi Galán volvió a ser Javi Galán, Renato Tapia volvió a barrer con efectividad y Joseph Aidoo volvió a promocionarse como el jugador más decisivo después de Iago Aspas.

El Celta, dos años después, intenta otra vez renacer de la mano de otro proyecto. Un proyecto distinto, que empieza de manera distinta y que esperemos sepa encontrar ese equilibrio del que adoleció su predecesor. En el tiempo veremos su evolución. Mientras tanto, sumar un punto en Vallecas no es mal comienzo.