Se cumplen 60 años del multitudinario partido de solteras contra casadas de Elviña

DEPORTES

Uno de los partidos solteras-casadas que se jugaban en carnavales en el campo del Relámpago de Elviña, con el público abarrotando los alrededores del césped.
Uno de los partidos solteras-casadas que se jugaban en carnavales en el campo del Relámpago de Elviña, con el público abarrotando los alrededores del césped. ALBERTO MARTI VILLARDEFRANCOS

El camino del fútbol femenino en España ha sido largo (y aún sortea baches) hasta ser tomado en serio. «Algún día nos impondremos», vaticinaba en 1963 la jugadora gallega Olga tras uno de los pocos partidos que se veían con buenos ojos: solteras contra casadas... en carnavales.

01 mar 2023 . Actualizado a las 07:44 h.

Ni pioneras como Irene González, que en los años veinte recorrió los campos de fútbol gallegos como portera de un equipo, el Irene F.C., en el que ella era la única mujer, y además cobraba. Ni apasionantes matchs en el sur de la comunidad entre conjuntos como el Unión y el Ciosvin, durante la Segunda República, según las crónicas que rescatamos de nuestro archivo. Nada de esto impidió la regresión que sufriría en España el balompié femenino tras la guerra civil. En Galicia, el pulso no se recuperaría hasta la fundación del mítico Karbo coruñés, en el friso de los setenta. Durante más de treinta años la Sección Femenina tuteló las prácticas deportivas de las mujeres y el fútbol no figuraba en su catálogo—quizás porque en países librepensadores como Inglaterra o Francia, y no digamos ya los nórdicos, era una afición bastante extendida— .

Febrero de 1963. Así estaban los alrededores del campo del Relámpago con motivo de un encuentro de solteras contra casadas. El partido acabaría siendo suspendido.
Febrero de 1963. Así estaban los alrededores del campo del Relámpago con motivo de un encuentro de solteras contra casadas. El partido acabaría siendo suspendido. lvg

Por eso, la celebración de partidos de fútbol entre solteras y casadas en la dispersa Galicia rural, o los que durante varios carnavales se disputaron en el campo del Relámpago de Elviña, a mediados de los sesenta, significaron algo más que la triste fantochada que nos encontramos al revisar ahora aquellas crónicas de La Voz de la época. «Eran una cierta transgresión al régimen, que solo permitía los partidos de mujeres en carnavales, pensando que era otra comparsa. Pero en realidad, seguro que más de una de aquellas jugadoras aspiraba ya a algo más».

La primera fotografía del Karbo que reprodujo La Voz, en 1971. «No se crean que se ponen de espaldas porque son feas. Mañana lo podrán comprobar en el campo de Vioño», rezaba el pie de foto. Ellas aún tenían temor a ser señaladas.
La primera fotografía del Karbo que reprodujo La Voz, en 1971. «No se crean que se ponen de espaldas porque son feas. Mañana lo podrán comprobar en el campo de Vioño», rezaba el pie de foto. Ellas aún tenían temor a ser señaladas. LVG

Así lo cree Rubén Ventureira, coautor del libro Irene y las puertas del fútbol, una documentada crónica de los inicios del fútbol femenino en Galicia. Y puede que tenga razón. El nacimiento de aquel Karbo —que sería cuatro veces campeón de España— casi como una continuación en el tiempo tras la desaparición de aquellos partidos carnavaleros, y una entrevista que La Voz publicaba con Olga, una de las organizadoras y futbolistas de esos encuentros, dan pistas de ello: «Cuando el fútbol femenino se imponga, que sucederá, se tendrá que recordar Elviña por algo más que la batalla contra los franceses», advertía muy seria la jugadora del equipo de las solteras después de la suspensión de un encuentro debido a que el público había invadido el césped. La Voz cuenta que había 65 coches, docenas de motos y cuatro autocares aparcados al lado del campo. Miles de personas. A falta de diez minutos, el árbitro no tuvo más remedio que cancelar el show. Como diría un espíritu conciliador, eran otros tiempos. Ahí va un extracto de la entrevista a Olga como muestra de ello. El periodista interroga:

—¿Tenían masajista?

—Se nos ofreció Cucarella (el del Deportivo) pero rechazamos sus servicios, agradeciéndole su invitación —responde ella captando su ironía.

—¡Qué pillín!

Así tenía que sortear Olga, defensa central en el campo y, por lo que se ve, también en la vida cotidiana, los tics relamidos de una época en la que la crónica de uno de esos partidos se zanjaba así al referirse a la mejor jugadora de la tarde: «Bonitos ojos verdes, espléndida figura».

Vista desde la perspectiva actual, con casi 5.000 fichas femeninas en Galicia, la batalla de Elviña parece poca cosa ante la que aún tenían que librar estas mujeres que desde la grada escuchaban lindezas como «¡dálle coa teta, nena!». La que acaban de ganar las chicas del Burela FS, aunque fuese en campo pequeño, ha sido de «champions».