Pekín tiene una oportunidad para la reconciliación

Andreas Landwehr

INTERNACIONAL

16 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En la movilización de ayuda para las víctimas del terremoto en el «salvaje oeste» de China hay en juego algo más que el auxilio de emergencia. En la pobre altiplanicie sacudida por el seísmo viven sobre todo tibetanos que no tienen ningún apego por el jefe del partido comunista chino, Hu Jintao, y que más bien veneran al Dalái Lama, su líder religioso en el exilio.

La región del Tíbet es considerada un foco inestable desde los sangrientos enfrentamientos que tuvieron lugar hace dos años, aunque el gran sufrimiento y la destrucción por el terremoto del miércoles dejaron en un segundo plano las disputas políticas. Sin embargo, durante la catástrofe volvió a quedar en evidencia que la convivencia entre chinos y tibetanos no está de ningún modo normalizada del todo.

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Cuando el viceprimer ministro, Hui Liangyu, durante una visita a la destruida ciudad de Jiegu vio a unos 20 monjes budistas envueltos en sus túnicas rojas buscar entre los escombros a las víctimas que aún permanecen sepultadas, aprovechó la oportunidad para apelar a la unidad del Estado en un discurso propagandista.

«Su participación en la acción de salvamento demuestra el amor de los monjes y de los creyentes por la nación, la religión y la patria», declaró a la agencia de noticias estatal Xinhua, pese a que los religiosos, como el resto de la gente, solo buscaban desesperadamente a los desaparecidos y es poco probable que tuvieran en mente ideas políticas en ese momento.

Recuperar simpatías

Sin embargo, en Pekín no se escapa que una asistencia exitosa en la región siniestrada podría ayudar a los chinos a recuperar simpatías perdidas entre los tibetanos. Se trata de una oportunidad para la reconciliación.

El sur de la provincia de Qinghai en la frontera con la región hoy autónoma del Tíbet sigue siendo pobre y pertenece realmente al antiguo Tíbet ocupado por los comunistas tras llegar al poder en 1949 en Pekín, cuando anexionaron los territorios a la república popular. Los tibetanos ven en el Dalái Lama, apodado por Pekín como «un lobo en túnica de monje», a su líder auténtico.