Temer aplaza la reforma de las pensiones por su debilidad política

Miguel Piñeiro Rodríguez
MIGUEL PIÑEIRO BRASILIA

INTERNACIONAL

APU GOMES | AFP

Se trata del tercer gran proyecto económico de su mandato

10 ago 2017 . Actualizado a las 07:39 h.

A Michel Temer se le acaba el tiempo. El presidente que tomó las riendas de Brasil con la premisa de enderezar la economía, las cuentas no le salen. Y entre unas cifras de déficit históricas y una encarnizada lucha por mantenerse en el poder (con un ojo puesto en la justicia), Temer parece apostar fuerte por intentar solucionar lo segundo. Por eso, está dispuesto a sacrificar la reforma de las pensiones, el tercer gran proyecto económico de su mandato (tras la reforma educativa y la laboral), para convertirla en una actualización.

Así rebautizó Temer la intensidad rebajada con la que afrontará el nuevo texto de las pensiones. Con la oposición de su secretario de Economía encargado de la reforma, Temer parece contentarse con fijar apenas la edad mínima de jubilación en 65 años para los hombres y 62 para las mujeres. En el cajón quedará, entre otras medidas, la retirada de ciertos privilegios para jubilados del sector público y privado. El objetivo es quedarse en apenas 18,6 billones de reales de recorte, una gota en medio de los 160 billones de déficit que acumula Brasil.

Popularidad bajo mínimos

Debilitada su posición en el Congreso por su pírrica victoria en la votación para frenar una denuncia por corrupción, Temer no quiere arriesgarse a una derrota parlamentaria cuando el texto entre en la cámara, nunca antes de septiembre. Todo con miras a las elecciones del 2018, con la incertidumbre de si será candidato y, especialmente, si lo será Lula da Silva. Con la popularidad bajo mínimos y el margen de maniobra en el Congreso limitado, Temer paga ahora el alto precio de su maniobra parlamentaria para evitar el proceso por corrupción pasiva. Tras comprometer más de 18 billones en partidas para aliados políticos y subir los impuestos de los combustibles, su Gobierno medita también un aumento de impuestos para aumentar la recaudación y maquillar el déficit al final del año. Demasiado riesgo electoral para un presidente que ya logró aprobar (con fuerte oposición externa y alguna interna) un restrictivo techo de gasto, la reforma de la educación secundaria y el cambio de legislación laboral.