Trump debuta en la ONU criticando su burocracia y exigiendo reformas

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

KEVIN LAMARQUE | Reuters

Rusia y Francia rechazan el drástico recorte presupuestario propuesto por EE.UU.

19 sep 2017 . Actualizado a las 07:45 h.

Donald Trump nunca escondió su desprecio por las Naciones Unidas. Desde la campaña electoral, las críticas contra el organismo internacional han sido numerosos, llegando a calificarlo de un «club en que la gente se reúne, charla y pasa un buen rato». «La ONU no es amiga de la democracia. No es amiga de la libertad. Ni siquiera es amiga de EE.UU.», dijo en una ocasión. El desánimo se apoderó de funcionarios y diplomáticos ante las dudas sobre el compromiso que tendría con el foro mundial. Los interrogantes se despejaron este lunes en su debut. Trump reclamó una reforma del organismo, después de arremeter contra su burocracia y su mala gestión.

Sin embargo, mostró su versión menos beligerante y más diplomática. Así, señaló que «la ONU debe centrarse más en la gente y menos en la burocracia», para acto seguido destacar su «gran potencial» y «nobles objetivos». Sabe que la necesita en crisis como la norcoreana.

Tras una breve introducción en la que la embajadora Nikki Haley alabando su éxito como empresario, Trump reclamó un drástico recorte de gastos y burocracia que hagan que el organismo pueda definir mejor su misión.

«No vemos ningún resultado en línea a la inversión recibida», aseveró. No se anduvo con rodeos y destacó que desde el 2000 el coste de la ONU creció un 140 %, sin que esto supusiese una mejora de resultados. Las cifras enfadan a la Administración republicana, teniendo en cuenta que EE.UU. es el principal contribuyente. Es por ello que la reforma que quiere impulsar el republicano no solo pasa por el hachazo al gasto, sino también por reducir las duplicidades y solapamientos, además de trabajar en la transparencia del presupuesto de la organización.

De la mano de Guterres

En este proyecto, Trump optó por ir de la mano del secretario general de la ONU, António Guterres, animándole a que «use plenamente su autoridad para recortar la burocracia y reformar un sistema bizantino». «Estamos haciendo progresos hacia un audaz y amplio programa para fortalecer la ONU», dijo el portugués en aras de conseguir que sea «ágil, efectiva y eficiente» y perfectamente alineado con el mandatario estadounidense.

De momento, la declaración no vinculante que respalda la agenda reformista de Guterres y que se resume en una página con diez puntos, ha sido rechazada por Rusia y Francia. Ambas potencias han reaccionado con desconfianza a la iniciativa, preocupadas de que la Administración Trump esté más centrada en recortar el presupuesto que en mejorar la eficiencia de la ONU.

Este portazo está lejos todavía de suponer un aislamiento internacional como el que se vio tras el Acuerdo de Paris, teniendo en cuenta que la declaración reformista ha sido apoyada por 128 países entre los que se encuentran, por ejemplo, España.

Tras su estreno, la agenda de Trump le llevó a reunirse con el presidente francés, Emmanuel Macron, así como con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Poco antes de su encuentro con el israelí en un hotel de Nueva York, el magnate anunció que revelará «muy pronto» su plan sobre el pacto nuclear con Irán. Es el tema clave de la bilateral con Netanyahu, que pretende que Trump modifique los términos del acuerdo que posibilitó el levantamiento de las sanciones a Teherán. Además, hablaron sobre el conflicto israelí-palestino: «Hay muchas posibilidades de que podamos conseguir la paz», auguró Trump.

Corea del Norte también está en el punto de mira del mandatario tras acordar por teléfono con su homólogo chino, Xi Jinping, maximizar la presión contra Piongyang. Su último acto de anoche era la cena con los presidentes de Colombia, Perú, Brasil, Panamá y Argentina, para tratar la crisis de Venezuela.

Birmania, bajo presión por la crisis de los rohinyás

El monzón está agravando aún más la miseria de los cientos de miles rohinyás que han llegado a Bangladés huyendo de la represión del Ejército de Birmania. A la escasez de alimentos, agua potable y medicinas se han unido las lluvias torrenciales propias de la época que han convertido en un lodazal los superpoblados campos improvisados en la ciudad fronteriza de Cox’s Bazar. Según el último computo de la ONU, 415.000 miembros de esa minoría musulmana han cruzado por el río Naf, que sirve de frontera natural entre ambos países, y se han cobijado en Cox’s Bazar desde el estallido el 25 de agosto de la ofensiva militar lanzada contra las aldeas rohinyás en el estado birmano de Rakhine tras varios ataques insurgentes.

Horas antes del inicio este martes de la Asamblea General de la ONU, la líder birmana, Aung San Suu Kyi, hablará por primera vez a sus compatriotas sobre la crisis de los rohinyás. No lo hará desde la tribuna de las Naciones Unidas sino desde Naypidaw, la capital administrativa del país. Un gesto simbólico, en un momento en que el nacionalismo birmano suscita numerosas críticas internacionales por la represión de la minoría musulmana que carece de cualquier derecho. Human Rights Watch (HRW) instó al Consejo de Seguridad de la ONU ha imponer sanciones a los líderes birmanos, como Suu Kyi y el jefe de las Fuerzas Armadas, Min Aung Hlaing, brazo ejecutor de la limpieza étnica, así como un embargo armamentístico.

El Gobierno de Bangladés evitó ayer acrecentar la tensión con las autoridades birmanas y aseguró que la solución a la crisis será diplomática y no militar.