Venezuela, Maduro se mantiene a flote y las traiciones hunden a la oposición

Julio Á. Fariñas A CORUÑA

INTERNACIONAL

CHRISTIAN VERON | Reuters

El Parlamento Europeo acaba de reconfortar a la maltrecha oposición venezolana con el Premio Sajarov. Este reconocimiento llega en uno de los momentos más críticos para unas opciones políticas que llevan años peleando por la restauración democrática y cuando acaban de sufrir un duro varapalo de la dictadura madurista, con la connivencia de un viejo zorro de la política que jugaba a ser el ala radical de la oposición.

28 oct 2017 . Actualizado a las 23:24 h.

En las elecciones a gobernadores regionales celebradas el pasado día 15 de octubre, como era de esperar, el madurismo no se cortó un pelo a la hora de proclamar unos resultados que nada han tenido que ver con los que pronosticaban todas las encuestas  y con el sentir mayoritario de una ciudadanía que lleva años sufriendo las consecuencias de una descerebrada gestión económica que va a peor cada día.

Ni la oposición ni la opinión pública internacional reconocieron unos resultados que le adjudicaron 18 de las 23 gobernaciones al oficialismo. Por si alguien dudaba que esas elecciones convocadas con más de un año de retraso por la plenipotenciaria Asamblea Nacional Constituyente (ANC) tenían como finalidad fundamental legitimar la versión caribeña de las Cortes franquistas, Maduro advirtió con antelación que  los gobernadores electos, para poder acceder al cargo, tenían que juramentarse ante la ANC.

De los cinco gobernadores que el pucherazo madurista, cocinado por su Consejo Nacional Electoral (CNE) tuvo a bien adjudicar a la oposición, cuatro pasaron por el aro de la juramentación. Todos ellos -no por casualidad- son militantes de Acción Democrática, el único partido de la IV República que sobrevive en el chavismo y que lidera desde hace 17 años Henry Ramos Allup, un político de origen libanés de 74 años que lleva desde los 17 subido al carro de la política venezolana.

Su desmedida ambición política, verbo fácil y la excelente tribuna que supuso para él ostentar durante dos años la presidencia de la Asamblea Nacional alimentaron su vieja obsesión de llegar a presidente de Venezuela, e incluso reeditar el histórico  Pacto de Puntofijo entre adecos y copera os, ahora entre adecos y maduristas.

 Adecos

La aguda analista venezolana Elizabeth Fuentes en su reciente artículo publicado en el digital konzapata.com bajo el  título «Adeco es adeco hasta que se suicida», apunta que «el chavismo,  en lugar de freír las cabezas de los adecos en aceite -otra de las falsas promesas del Gran Engañador- se dedicó a replicar todos y cada uno de los peores defectos de aquella Acción Democrática en los últimos años de poder».

No contento con los resultados de esta maniobra, Maduro se niega a reconocer al único gobernador de la oposición que  se negó a la juramentación -electo en el estado petrolero de Zulia- y ya anunció que convocará nuevas elecciones.

La juramentación de los gobernadores de AD, en la que el resto de la oposición vio una sucia jugada del líder de los adecos, que él niega -formalmente les pidió que no se juramentasen- pero que avalan múltiples evidencias en contrario, hizo saltar por los aires la frágil e inestable Mesa de la Unidad Democrática (MUD) que agrupa a una treintena de organizaciones políticas opositoras. La endeble Unidad  que se había consolidado con el arrollador triunfo en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015 y que puso al oficialismo contra las cuerdas con las movilizaciones populares en la  calle entre abril y julio, saltó por los aires.

 Incompatibilidades

Henrique Capriles, ex gobernador del Estado Miranda, dos veces candidato presidencial  y uno de los políticos más activos y sensatos de la oposición, la semana pasada se desmarcó públicamente de la MUD, alegando que su presencia en la misma es incompatible con la de Ramos Allup «Mientras esté en la Unidad el señor Ramos Allup, yo no voy a seguir en esa Mesa. Lo de ayer no tiene justificación», declaró al dia siguiente de la juramentación de los gobernadores adecos. Tras plantear la necesidad de  reestructurar la coalición opositora, precisó que «en Acción Democrática no se mueve un lápiz sin que Ramos Allup autorice que se mueva, ya basta de seguir cayéndole a coba a la gente».

Sobre las motivaciones últimas del líder adeco, Capriles apuntó: «se le metió en la cabeza que puede ser un candidato presidencial, y es el candidato opositor actual del Gobierno como tal. Maduro en todos estos años ha intentado buscar su oposición, una oposición que lo legitime y que le de su lugar, la cual ya encontró porque fue ayer a subordinarse y a bajar la cabeza».

 Vistos los excelentes resultados de la jugada de las regionales, Maduro tiene clara su apuesta por las urnas para legitimarse en el poder. Ya le puso fecha a las municipales: el 10 de diciembre. Volverá a arrasar porque vuelve a pillar a la oposición descolocada y enfrentada entre sí.

También tiene a punto su infalible método para neutralizar a aquellos candidatos opositores  que tienen tirón suficiente para ganar, a pesar de los pucherazos: los inhabilita y punto.

 Un sombrío futuro

Este panorama viene a confirmar el sombrío futuro que le aguarda a los venezolanos que no pueden o no quieren seguir el ejemplo de esos dos millones largos que ya han abandonado su país en busca de mejor vida.

La revista colombiana Semana, que no tiene nada de sensacionalista, apuntaba en un informe publicado recientemente que, contra todo pronóstico Maduro se consolida en el poder y podría gobernar hasta el 2025. «América Latina está viendo el resurgir de un nuevo Saddam  Hussein que cada cierto tiempo era reelegido presidente con el 90 % de los votos. De seguir como van las cosas -apunta el reportaje- Nicolás Maduro podría ganar procesos electorales futuros con las mismas proporciones».

En el mismo trabajo, se plantean las hipótesis posibles de un régimen madurista consolidado en el poder: «¿seguirá el modelo de la Nicaragua de Daniel Ortega de los últimos diez años? Ante la falta de alternativas creíbles de poder dentro de Venezuela, ¿va a crecer la tentación de la comunidad internacional de seguir el camino de Rusia y China y negociar directamente con Maduro? ¿Optará por hacerse más rígido y con la ayuda  de Putin constituir una fuerza militar disuasiva que le sirva de póliza de seguro y acabe convertido en la Siria del Caribe?».

El autor concluye, que cualquiera de esas hipótesis es posible si consigue estabilizar una economía que está al borde de la bancarrota.