Macron pone dinero para pagar la paz social con los chalecos amarillos

fernando iturribarría PARÍS / COLPISA

INTERNACIONAL

reuters

Ofrece subir el salario mínimo y bajar impuestos a los pensionistas para frenar el caos

11 dic 2018 . Actualizado a las 08:03 h.

El líder de En Marcha da marcha atrás. Forzado por los acontecimientos, Emmanuel Macron rectifica y pone dinero sobre la mesa para sofocar la rebelión de la Francia de las rotondas, del diésel y la marginación territorial. El presidente francés anunció anoche desde el palacio del Elíseo la subida del salario mínimo, la anulación de la fiscalidad de las horas extraordinarias, una prima navideña a los trabajadores y la eliminación de las retenciones a las pensiones más bajas. Es el precio de la paz civil tras una rebelión ciudadana que se ha saldado con episodios de guerrilla urbana y 4.523 arrestos en 24 días de crisis de los chalecos amarillos, la más grave del año y medio que lleva en el poder.

Con una alocución de trece minutos, Macron rompió diez días de silencio desde que se manifestó en público por última vez el 1 de diciembre, la jornada más violenta de la revuelta, en Buenos Aires donde participaba en el G20. Como se esperaba, entonó el mea culpa sobre sus declaraciones controvertidas con las que «he podido herir a alguien» y condenó el recurso a la violencia. «Se mezclan reivindicaciones legítimas y un encadenamiento de violencias inadmisible, que no disfrutarán de ninguna indulgencia», dijo.

El presidente francés decretó el «estado de emergencia económica y social» con el objetivo de lograr una «Francia del mérito en la que se pueda vivir dignamente de su trabajo». Acto seguido enumeró cuatro medidas apaciguadoras con efectos en el 2019: el salario mínimo (actualmente de 1.185 euros netos mensuales) aumentará 100 euros netos al mes, las horas extraordinarias serán abonadas libres de impuestos y cotizaciones, las empresas «que puedan» pagarán una prima de fin de año libre de retenciones y las pensiones inferiores a 2.000 euros al mes verán eliminada la subida decidida este año de las retenciones obligatorias.

Sin embargo, Macron rechazó restablecer el impuesto al patrimonio de los más afortunados, una reivindicación generalizada entre los chalecos amarillos. «Volver atrás nos debilitaría», argumentó antes de reiterar su voluntad de luchar contra la evasión fiscal y de controlar mejor el gasto público. Además, se mostró abierto a tener en cuenta el voto en blanco, el equilibrio de la fiscalidad y la respuesta cotidiana al cambio climático.

Las medidas anunciadas se suman a la anulación la semana pasada de la subida de las tasas a los carburantes, que deberían haber aumentado el 1 de enero seis céntimos para el diésel y tres para la gasolina. Antes, el 14 de noviembre, el Gobierno había concedido ayudas para cambiar de coche o de caldera y subvencionar el gasto energético. Los 4.500 millones de euros destinados a estas concesiones sucesivas no lograron apaciguar a los ‘chalecos amarillos’ por considerarlas tardías, confusas e insuficientes. 

Reunión con los sindicatos

Previamente, Macron había celebrado por la mañana una conferencia social en el Elíseo de cuatro horas de duración con 37 personalidades sentadas junto a él. Participaron el jefe del Gobierno y doce miembros del Gabinete, una docena de líderes de las principales organizaciones sindicales y patronales, nueve representantes de asociaciones de cargos territoriales y los presidentes de las dos cámaras parlamentarias y del consejo económico y social. La reunión permitió explorar los distintos puntos de vista a veces «contradictorios pero no forzosamente antagónicos», apuntó el presidente de la confederación de empresarios, Geoffroy Roux de Bézieux.

La cumbre estuvo precedida por la primera evaluación gubernamental del impacto de la crisis de los chalecos amarillos en la actividad económica, sobre todo en los sectores del comercio, el turismo y el transporte. El ministro de Economía, Bruno Le Maire, calculó que la revuelta reducirá en una décima el PIB en el cuarto trimestre, lo que supondría una pérdida de 2.000 millones de euros. El Banco de Francia revisó a la baja su pronóstico de crecimiento en esos últimos tres meses del año, que pasa a ser del 0,2 % en lugar del 0,4 % inicialmente estimado por la entidad.