La policía abate al secuestrador de un autobús de pasajeros en Río de Janeiro

Antonio Torres del Cerro RÍO DE JANEIRO / EFE

INTERNACIONAL

 Wilson Witzel, gobernador del estado de Río de Janeiro, celebra que un francotirador abatiera al secuestrador del autobús
Wilson Witzel, gobernador del estado de Río de Janeiro, celebra que un francotirador abatiera al secuestrador del autobús ANTONIO LACERDA | Efe

Bolsonaro afirmó que «no hay que tener pena» porque un bandido muera a manos de un francotirador, tras  la exultante celebración del gobernador del estado

20 ago 2019 . Actualizado a las 18:49 h.

Casi 20 años más tarde del impactante secuestro de un autobús municipal en Rio de Janeiro, Brasil se conmocionó de nuevo este martes por un hecho similar sucedido en el puente Niteroi de Rio que acabó con el asaltante muerto por el disparo de un francotirador de la Policía y con 37 rehenes ilesos.

A las 5.26 hora local (8.26 horas GMT), el día todavía no había despuntado en Rio cuando el autocar de la línea 2520 de la empresa Galo Branco que une São Gonçalo y Rio de Janeiro por el puente de Niteroi era secuestrado por un joven que se tapaba el rostro con un pañuelo.

Después de cuatro tensas horas -en las que fueron liberados seis pasajeros-, el secuestro terminó cuando un francotirador de élite apostado sobre un camión de bomberos acabó con la vida del secuestrador, identificado como William Augusto da Silva, aprovechando que había salido un instante del vehículo.

«Mi papel como gobernador es hacer que todo funcione y así fue. Rápidamente, intentamos resolver el transtorno para la sociedad, en la mejor medida de lo posible», dijo el gobernador de Rio, el derechista Wilson Witzel, criticado por su exacerbado uso de la contundencia policial para combatir la criminalidad.

Witzel, juez de carrera y antiguo infante de la Marina, había llegado al lugar de los hechos en helicóptero, poco después de la muerte del asaltante, y nada más aterrizar sobre la autopista que alberga el puente dio un salto y levantó el puño en señal de victoria.

«Hablé con familiares de él [secuestrador]. Uno de ellos me pidió perdón, pidió perdón a los rehenes, alguna cosa falló en su educación. Vamos a cuidar de su familia», señaló el gobernador, en un tono más conciliador.

Todavía se sabe poco de las posibles motivaciones de Augusto da Silva, quien portaba un arma de juguete, un bidón de gasolina y un puñal.

El joven, residente en São Gonçalo, un populoso suburbio separado de Rio por la bahía de Guanabara, tenía señales de depresión, según testimonios recogidos por la prensa local. El asaltante falleció a las 10.35 hora local a camino del hospital, al que llegó con parada cardiorrespiratoria producto de los disparos policiales. 

Los 37 pasajeros del autobús resultaron ilesos. Solo se registró el desmayo de una mujer fruto de la tensión vivida.

«No hay te tener pena»

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, usó el Twitter para dar la enhorabuena a los agentes: «criminal neutralizado y ningún rehén herido. Hoy no habrá lágrimas de la familia de ningún inocente».

Bolsonaro, antiguo capitán del Ejército brasileño, expresó también que «no hay que tener pena» porque un bandido muera debido a la acción de francotiradores y recordó el traumático secuestro de la línea de autobús 174 sucedido el 12 de junio de 2000 en Rio de Janeiro.

En aquel episodio, inmortalizado por el cineasta José Padilha en el filme-documental Ônibus 174, falleció el secuestrador, Sandro Barbosa do Nascimento -un joven superviviente de una matanza parapolicial contra menores de la calle-, y una rehén.

«La orden superior era hacer cualquier cosa, menos disparar, y no fue usado un sniper (francotirador). El resultado fue la muerte de una profesora inocente y después el bandido murió dentro de la patrulla», sostuvo Bolsonaro.

El presidente brasileño celebró la intervención del Batallón de Operaciones Especiales (Bope) de Rio de Janeiro, un grupo de élite de la policía que cuenta con francotiradores.

El Bope fue también inmortalizado en uno de los mayores éxitos internacionales del cine brasileño: la película Tropa de Elite (2007), del propio Padilha.

El episodio generó además graves problemas de tráfico en Rio, la segunda mayor área metropolitana de Brasil con 7 millones de habitantes.

El puente Niteroi, uno de los más extensos del mundo, con 13 kilómetros, de los cuales 9 sobre el mar, alberga una autopista con seis carriles -tres en cada sentido- en los que se desplazan centenas de miles de automóviles diariamente. El tránsito en la ciudad aumentó en al menos un 50 % de debido a los cordones de seguridad establecidos por el secuestro.