Túnez elige presidente para levantar su economía

Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

INTERNACIONAL

MOHAMED MESSARA | EFE

16 sep 2019 . Actualizado a las 08:12 h.

En diciembre se cumplirán nueve años de la autoinmolación del joven tunecino Mohamed Bouazizi y del inicio de los levantamientos de la denominada primavera árabe y que yo prefiero calificar de despertar árabe. Desde entonces han sucedido tantos acontecimientos, la mayoría negativos, que parece que ha transcurrido mucho más tiempo. Sin embargo y, por fortuna, en Túnez, el país en el que se originó el movimiento que convulsionó el Magreb y Oriente Próximo, pese a las dificultades, no solo se ha librado del dictador Ben Alí, sino que ha puesto en marcha la única democracia real de su entorno.

Gracias a ello, este domingo tuvieron lugar la primera ronda electoral de los comicios en los que los tunecinos deciden a quién escogen para ocupar el cargo de presidente tras el fallecimiento, dos meses antes del fin de su mandato, de Béji Caid Essebi, de 92 años. Essebi, fundador del laicista partido de centro izquierda Nidaa Tounes, accedió al cargo tras derrotar en la segunda vuelta de las elecciones del 2014 a su rival Marzouki, quien había sido presidente desde el 2011 tras su elección indirecta por el Parlamento tunecino.

Veinticuatro fueron los candidatos que se presentaron a esta votación si bien los que parecen tener más opciones, según los medios tunecinos, son cinco. El que ha tenido más apoyos en los sondeos es el populista, empresario de los medios de comunicación, Nabil Karoui, actualmente en prisión preventiva acusado de corrupción. Le siguen el anterior primer ministro, el ingeniero agrónomo Youssef Chahed y la nostálgica del autoritarismo, la abogada Abir Moussi. Por el partido islamista, Ennahda se presentó Abdelfattah Mourou de 71 años y, el favorito del Ejército y del partido Nidaa Tounes es el médico, Abdelkrim Zbidi.

Abandonado el islamismo proselitista en pos de uno de concepción islamoconservadora, la disyuntiva ya no está entre el islamismo y el laicismo, sino en quién eligen los 7 millones de tunecinos para solucionar la grave crisis económica que les azota.