Trump se convierte ahora en la diana de las protestas contra el racismo en EE.UU.

INTERNACIONAL

Jonathan Ernst

El jefe del Pentágono se revuelve y rechaza desplegar tropas contra los manifestantes

04 jun 2020 . Actualizado a las 17:39 h.

Donald Trump es un producto televisivo. Por eso posee el don de convertirse siempre en el protagonista. Con sus exabruptos y declaraciones incendiarias ha logrado atraer hacia sí la ira de los manifestantes que desde hace una semana protestan en Estados Unidos contra el enésimo episodio de racismo policial. Lo que empezó como una movilización contra la brutalidad del agente que acabó con la vida del afroamericano George Floyd, apunta ya directamente a la Casa Blanca. El terreno ya estaba abonado para que las protestas pusiesen a Trump en su diana y el mandamás optó por embestir a los que considera «anarquistas y radicales de extrema izquierda». Ante la posibilidad de perder protagonismo y dejar el debate nacional en manos de la opinión pública a medio año de jugarse la reelección, su apuesta ha sido clara: caldear aún más la situación acusando a los manifestantes —incluidos los pacíficos— de todo tipo de atropellos y pillajes.

Cuarenta ciudades en la calle

A pesar de la peligrosa decisión de Trump de explotar la fractura política y social del país para atraer hacia sí los focos al precio que sea, la violencia ha bajado de intensidad en las protestas que todavía este miércoles sacaron a la calle a miles de ciudadanos en las grandes capitales.

Los choques entre manifestantes y policías y los saqueos han ido a menos, aunque se mantienen por ahora el despliegue de la Guardia Nacional y los toques de queda en cuarenta ciudades para evitar que los altercados vayan a más.

Y precisamente estos despliegues, que en Washington cuentan con la participación de un destacamento de policía militar para proteger lugares emblemáticos como la Casa Blanca o el Capitolio, fueron la causa de un nuevo choque entre Donald Trump y uno de los altos cargos del Gobierno federal. Este miércoles fue el turno del secretario de Defensa, Mark Esper, que quiso marcar distancias con su jefe respecto a la amenaza de emplear al Ejército en suelo americano para controlar a ciudadanos estadounidenses.

«La opción del uso de tropas en activo en el papel de garantes de la ley debería ser utilizada solo como último recurso, y solo en las situaciones más urgentes y extremas. Y no estamos en una de esas situaciones ahora», razonó el jefe del Pentágono, que tildó de «insoportable» la opción de invocar la Ley de Insurrección —que data de 1807— para desplegar a las tropas contra los manifestantes. «Siempre he pensado que la Guardia Nacional es más adecuada para lidiar con cuestiones domésticas», remachó el secretario de Defensa.

Unas declaraciones con las que este militar retirado entraba en contradicción directa con la propuesta de Trump de lanzar a «miles y miles de soldados fuertemente armados» a sofocar los disturbios que se propagan de costa a costa.

En 1992, cuando las protestas por la absolución de los policías que habían dado una brutal paliza al también afroamericano Rodney King habían sembrado el caos en Los Ángeles, Georg Bush tuvo que sacar de la vitrina la vetusta Ley de Insurrección. Aquellos altercados se saldaron con 60 muertos y 12.000 detenidos solo en California.

Trump, en los jardines de la Casa Blanca
Trump, en los jardines de la Casa Blanca

«Soy el presidente que más ha hecho por los negros»

Cuando América se despierta, Donald Trump ya está tuiteando. Con la humareda de las protestas todavía flotando en el aire de Washington y un colosal cerco policial alrededor de su residencia oficial, el inquilino de la Casa Blanca arrancó este miércoles la jornada laboral aferrado a su herramienta favorita, la red social Twitter, donde, lejos de tratar de apaciguar los ánimos de un país partido en dos e incendiado por las protestas contra la muerte de George Floyd, se encargó de aderezar con combustible la eterna polémica en la que vive instalado.

La boutade del día no tardó en asomar en su cuenta. «Soy el presidente que más ha hecho por los negros en la historia de Estados Unidos, con la posible excepción de otro presidente republicano, el gran Abraham Lincoln». Con un simple tuit, Donald Trump se situó a sí mismo y a su Administración en el podio de la lucha contra la discriminación racial. Nada menos que junto al reverenciado presidente que, en 1865, en plena guerra de secesión, puso fin a la esclavitud con la proclamación de la emancipación y la aprobación de la decimotercera enmienda de la Constitución.

Se ignora si los cimientos del Capitolio se estremecieron con la osadía, pero la presunta reencarnación de Abraham Lincoln en este agitado 2020 no dio por concluida ahí su exhibición de narcisismo. Fiel al guion de autoproclamarse como un outsider y la bestia negra del establishment de Washington, Trump arremetió contra su político profesional de cabecera: el demócrata Joe Biden: «En tres años y medio, he hecho mucho más por la población negra que Joe Biden en 43». «De hecho, [Biden] les hizo retroceder muchos años con su Ley contra el Crimen, de la que él ni siquiera se acuerda», insistió el presidente, en referencia a una regulación aprobada en 1994 que se tradujo en el ingreso en prisión de delincuentes condenados por causas menores sin violencia.

No faltó, por supuesto, el argumento habitual del magnate para desbaratar las posibles réplicas a la fantasiosa afirmación de que ya está a la altura de Lincoln. Según él, los demócratas y los medios «saben» que nadie ha hecho más que él por los afroamericanos en la historia de Estados Unidos. «Pero se niegan a escribirlo o decirlo porque son corruptos», resolvió Trump.