Trump invoca la Quinta Enmienda para no responder por fraude en sus negocios

R. P. / Mercedes Gallego NUEVA YORK / COLPISA, LA VOZ

INTERNACIONAL

Donal Trump en Nueva York, en una imagen de archivo.
Donal Trump en Nueva York, en una imagen de archivo. DAVID DEE DELGADO | REUTERS

El expresidente intenta desacreditar al FBI tras el registro en su mansión de Mar-a-Lago, al sugerir que los agentes federales colocaron pruebas falsas para incriminarlo

10 ago 2022 . Actualizado a las 20:54 h.

El expresidente Donald Trump se acogió a la Quinta Enmienda para no responder este miércoles a las preguntas de la fiscala general de Nueva York, Letitia James, en el marco de una investigación sobre prácticas fraudulentas del magnate neoyorquino en sus negocios.

«Bajo el consejo de mi abogado (...) me he negado a responder a las preguntas en el marco de los derechos y privilegios que otorga la Constitución a todos los ciudadanos de EE.UU.», afirmó en un comunicado. El caso es solo uno de la amplia lista de frentes legales que tiene abiertos mientras sigue alimentando casi a diario las expectativas de una nueva candidatura a la Casa Blanca en los comicios del 2024.

Tras pelear con uñas y dientes para no tener que testificar ni entregar documentos personales y afrontar por ello varias multas, Trump finalmente acudió a declarar  este miércoles, obligado por un juez, apenas dos días después de que agentes del FBI registraran su mansión de Mar-a-Lago, en Florida, como parte de una investigación federal sobre si se llevó documentos clasificados cuando dejó la Casa Blanca.

En Nueva York, el magnate se enfrenta a una investigación civil sobre posibles delitos cometidos por la Organización Trump, que estudia en concreto si la empresa infló el valor de sus bienes para poder obtener préstamos bancarios y en paralelo redujo ese mismo valor con la intención de pagar menos impuestos. Sus hijos Eric, Donald Jr. e Ivanka ya han declarado ante la fiscala por su papel en el negocio familiar.

«¡República bananera!»

Trump volvió a defender su inocencia y a calificar estas pesquisas como una «caza de brujas políticamente motivada» por parte de la fiscala Letitia James (demócrata y negra), a la que el martes acusó de «racista». «Mi gran empresa [la Organización Trump] y yo mismo estamos siendo atacados por todos los lados. ¡República bananera!», escribió, horas antes en un mensaje publicado en Truth Social, la red social que utiliza tras ser expulsado de Twitter.

Sobre el registro de su propiedad de Mar-a-Lago, el expresidente intenta desacreditar la actuación del FBI. En otro mensaje en Truth Social, Trump sugiere que el FBI pudo colocar pruebas falsas para tratar de incriminarle, aunque no ofreció ningún tipo de evidencia al respecto. Se queja de que los agentes no permitieron a nadie, ni siquiera a sus abogados, acercarse a las estancias durante la redada en su mansión.

Un registro anunciado

Donald Trump mintió cuando dijo que el FBI irrumpió en su mansión para hacer una redada «sin anunciarse». Qué sorpresa. Según fuentes de la cadena NBC, el FBI le había presentado la víspera una copia de la orden de registro y lo había coordinado con los servicios secretos. Su abogado estaba presente. Los agentes llegaron vestidos de traje para no llamar la atención de los selectos huéspedes del club Mar-a-Lago en Palm Beach, que sirve de mansión al expresidente.

Quien desató el escándalo fue el propio Trump, cuando el registro ya llevaba horas procediendo de forma ordenada. «Mi hermoso hogar de Mar-a-Lago, en Palm Beach, está en este momento siendo atacado, asaltado y ocupado por un amplio grupo de agentes del FBI», contó en un comunicado que envió a todos los medios, su micrófono desde que está vetado de Twitter por difundir mentiras. «¡Hasta han irrumpido en mi caja de seguridad!», protestó.

Su testimonio es la única fuente de que el FBI rompiera la cerradura de su caja de seguridad, porque el Departamento de Justicia es hermético con respecto a una investigación tan sensible que guarda con máximo celo. De hecho, Trump podría mostrar la copia de la orden de registro que guarda en su poder, pero no lo ha hecho. «¡Un día más en el paraíso!», suspiró en una llamada a la exgobernadora de Alaska Sarah Palin, a la que apoya en su candidatura al Congreso. Acto seguido, volvió a su actividad favorita, hacer campaña electoral.

El expresidente también se ha apresurado a utilizar la «redada» en un correo electrónico de recaudación de fondos que llegó a los buzones de todos sus seguidores con una invitación a donar y otra llamada velada a las armas. «No era mi casa, era la casa de cada patriota estadounidense que ha estado luchando por este momento desde que bajé en el 2015 por las Escaleras Doradas» (de la Torre Trump en Nueva York para anunciar su candidatura electoral). «Necesito que cada patriota americano con sangre roja de un paso al frente», convocó. «Esta anarquía, esta persecución política y esta caza de brujas tiene que acabar».

Promesa de los republicanos

Los legisladores de su partido ya han respondido a su llamado con la promesa de que cuando ganen la Cámara Baja en las elecciones de noviembre, como auguran las encuestas, abrirán una investigación al Departamento de Justicia, al que acusan de haberse convertido en «un arma política de los demócratas».

Es la primera vez en la historia que la casa de un expresidente ha sido registrada con orden judicial, aunque ciertamente tampoco ha habido antes ningún mandatario como él. 

Las distintas fuentes de medios estadounidenses coinciden en que el FBI buscaba documentos clasificados que el presidente se habría llevado de la Casa Blanca, aunque en realidad nadie sabe a ciencia cierta lo que buscaba. Solo que el fiscal general Merrick Garland es un fiscal cauto y fue un juez moderado e intachable en el Tribunal de Apelaciones de Washington DC. Para que un juez federal del sur de Florida aprobase la orden de registro, el Departamento de Justicia tiene que haber demostrado la causa probable de un delito, que no puede limitarse a las 15 cajas de documentos que recuperaron de su mansión los Archivos Nacionales en febrero pasado.

Hay otras posibilidades que entusiasman a los críticos de Trump e inflaman aún más los ánimos de sus afines. Las audiencias del 6 de enero han demostrado que intentó manipular el sistema electoral para burlar los resultados de los comicios y perpetuarse en el poder, en contra de la voluntad popular. Por ahora no hay cargos contra él, pero por las declaraciones de los testigos de su propio gobierno podría enfrentarse fácilmente a acusaciones que oscilan desde la conspiración para cometer fraude electoral a la sedición.

Trump sobrevivió a su segundo impeachment tras el asalto al Capitolio del 6 de enero porque su partido decidió que no valía la pena forzar su dimisión a una semana de que abandonara el poder. Sin embargo, el fiscal general Merrick Garland ha prometido llegar hasta donde sea necesario para depurar responsabilidades. Nunca en la historia del país se ha enjuiciado a un expresidente. Se sabe que el Departamento de Justicia ha citado a altos cargos del Gobierno de Trump a declarar ante un gran jurado de Washington DC que decidirá sobre la pertinencia de los cargos.

De ser condenado, Trump quedaría inhabilitado para volver a presentarse a un puesto público. De ahí que acuse «a los demócratas radicales de izquierda» de utilizar el sistema judicial como arma. «Están desesperados por impedir que me presente a las elecciones del 2024», les acusó. «El establishment me odia porque he puesto freno a su corrupción», insistió en su discurso victimista.