Los mensajes de un rostro sonriente

> Moncho Núñez Centella

LA VOZ DE LA ESCUELA

El profeta Daniel (segundo por la izquierda) del pórtico de la Gloria de la catedral compostelana, obra del maestro Mateo que fue realizada por encargo del rey Fernando II de León
El profeta Daniel (segundo por la izquierda) del pórtico de la Gloria de la catedral compostelana, obra del maestro Mateo que fue realizada por encargo del rey Fernando II de León

Las personas sonrientes suelen estar más satisfechas con su calidad de vida, ser más felices y tener una mayor longevidad

21 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La leyenda popular dice que Daniel tiene esa sonrisa pícara porque está mirando el busto de una exuberante reina Ester, o quizás reina de Saba, que se encuentra en la columna de enfrente. También dicen las malas lenguas que la censura consiguió que se realizase una intervención por la cual a la dama se le quitó parte de su atractivo pectoral, resultando en unas tallas menos. En cualquier caso, el profeta mantiene intacta su sonrisa, para regocijo de peregrinos, y la reina conserva sus mejillas ruborizadas en prueba de complicidad. El maestro Mateo nos regaló en el siglo XII ese rostro sonriente que es toda una joya del románico. Vemos un profeta joven, rubio y barbilampiño, en curiosa consonancia con la tradición judía que defiende que Daniel fue castrado, cuando tras la caída de Jerusalén estuvo entre los cautivos que fueron llevados a Babilonia. Entonces tenía unos 14 años, y con tres compañeros judíos pasó a formar parte del selecto grupo de eunucos en la corte del rey Nabucodonosor. El profeta Daniel, sabio y recto, tendría una larga vida y, gracias a Mateo, una imborrable sonrisa.

En el mundo del arte hay otro rostro sonriente que igualmente cautiva y suscita curiosidad. Es el más famoso de la historia de la pintura, obra de Leonardo da Vinci a comienzos del siglo XVI. Se supone que se trata del retrato de Lisa Gherardini, casada con Francesco del Giocondo. Según el artista y escritor renacentista Giorgio Vasari, el rostro de la Gioconda muestra una «boca de encarnados labios que se fruncen un poco en sus extremos, dejando que el dibujo de toda la boca tenga una expresión risueña, sin ninguna afectación de risa, sino, por el contrario, amable sutileza». A lo largo de cinco siglos, la sonrisa de Leonardo en Mona (contracción de Madonna) Lisa ha sido calificada de inteligente, delicada, dulce, leve, fascinadora, inmóvil, intrigante, fugaz y muchos otros adjetivos, pero sobre todo, es enigmática. Muchas sonrisas lo son.

Buscando las claves de la auténtica sonrisa, la que es señal de emociones positivas, existen iniciativas con enfoque científico, como la del médico Guillaume Duchenne, que en el XIX hizo un verdadero catálogo de las expresiones faciales, estudiando en cada caso los músculos del rostro que se contraían o relajaban. Actualmente se cree que hay siete emociones básicas: enfado, asco, desprecio, tristeza, miedo, sorpresa y felicidad. El signo más evidente de esta última es la sonrisa. Los expertos coinciden en que la auténtica necesita expresarse no solo en la boca, sino también en los ojos, que han de transmitir alegría, y en general en todo el rostro. No basta con decir «patata» y contraer los músculos zigomáticos de las mejillas para salir sonriente en la foto.

La idea de aparentar sonrisas es consecuencia del éxito que tiene esa expresión en nuestra sociedad. Una sonrisa genera confianza y otras reacciones que resultan útiles en algunas actividades. La sonrisa del comerciante puede ser de las que podríamos clasificar como sociales, pero también -además de la irónica de Daniel o la enigmática de Lisa- otras pueden ser más explícitas: de placer, defensivas, forzadas, faltonas (de superioridad), que de todo hay en las relaciones sociales. La capacidad de sonreír va ligada a nuestros genes y, como se sabe, los ciegos de nacimiento saben sonreír, aunque no lo hayan visto nunca. Aun así, no siempre resulta fácil distinguir entre una sonrisa verdadera y una falsa. Lo que sí parece comprobado es que las personas sonrientes suelen estar más satisfechas con su calidad de vida, ser más felices y tener una mayor longevidad. Sonriamos, pues, para que la vida nos sonría.

P. S. Pasados los tiempos de carnavales, y también de alguna que otra carnavalada, queda el recuerdo de caras y caretas. Las sonrientes estuvieron de moda en política. Las hubo de alcaldesa, vicepresidenta, expresidente, ministro y otras. Al ver esas sonrisas forzadas y forzosas uno piensa en retorcer los versos de Rosalía sobre el pórtico: «¿Estarán vivos? ¿Serán de pedra…?».

palabras con historia

A menudo el odio se disfraza con una careta sonriente y la lengua se expresa en tono amistoso, mientras el corazón está lleno de hiel

Solón de Atenas (638-558 antes de Cristo)

En el corazón de todos los inviernos vive una trémula primavera, y después de cada noche viene un amanecer sonriente

Gibran Jalil Gibran (1883-1931)

Si la fortuna se presenta sonriente, ¿qué necesidad hay de amigos?

Eurípides (480-406 antes de Cristo)

La paciencia comienza con lágrimas y al final se torna sonriente

Ramón Llull (1235-1315)

Quien no sabe tener un rostro sonriente no debe abrir una tienda

Proverbio chino

Brillamos sonrientes cuando sabemos que somos superiores a lo que nos creen

Henry Beyle, Stendhal (1783-1842)

 actividades

1. Identifica con un adjetivo cada uno de los emoticonos sonrientes de WhatsApp.

2. La ópera «Nabucco», de Giuseppe Verdi, se sitúa en los tiempos en que Nabucodonor II era rey de Babilonia. El coro «Va pensiero» refleja de modo grandioso la añoranza de los judíos que habían sido llevados cautivos tras la destrucción de su templo en Jerusalén. En esta versión puedes ver además la traducción del texto al castellano:

goo.gl/TidZBT

3. Algunas escenas de esa ópera se sitúan en los jardines colgantes de Babilonia, construidos por el mismo Nabucodonosor y que fueron considerados una de las siete maravillas del mundo antiguo. Ubica en un mapa cada una de ellas: pirámide, coloso, faro, jardines, templo de Artemisa, estatua de Zeus, mausoleo.

4. La capacidad de sonreír, y de hacerlo de distintas formas, no es exclusiva de los seres humanos, sino que la comparten algunos primates, como los chimpancés, lo que obliga a pensar en las bases evolutivas de esa facultad. Entre las falsas sonrisas del mundo animal es famosa la de las hienas, que se acompaña a veces con una risa que estalla en un grito similar a una carcajada. Indica las tres características más relevantes de estos animales. ¿Crees que alguna de ellas puede darles motivo para «sonreír»? Escribe un relato corto o una fábula sobre el tema.

5. ¿Qué elementos del rostro crees que son determinantes en la famosa sonrisa de la Gioconda?