Hipertensión, EPOC, diabetes: «La descompensación por el calor acaba produciendo la muerte»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

El riesgo de complicaciones para pacientes con enfermedades crónicas se multiplica con las olas de calor.
El riesgo de complicaciones para pacientes con enfermedades crónicas se multiplica con las olas de calor. La Voz de la Salud | iStock

Las temperaturas extremas del verano ponen en riesgo a pacientes con enfermedades como diabetes, EPOC o hipertensión

10 ago 2022 . Actualizado a las 10:53 h.

El verano siempre es una época para extremar ciertos cuidados. Medidas como intentar no exponernos al sol en las horas centrales del día, hidratarnos aunque no tengamos sensación de sed o dejar el ejercicio físico para las últimas horas de la tarde son recomendaciones útiles para que nuestro cuerpo no sufra los estragos provocados por el calor.

Pero este año, con las temperaturas extremas sumadas a la crisis energética que obliga a limitar el uso de refrigeración en muchos sitios, las perspectivas para aquellas personas que son más vulnerables al calor son alarmantes. No hablamos solo de quienes, por su edad, se encuentran en mayor riesgo: muchos pacientes con patologías crónicas pueden ver su condición agravada por estas temperaturas que no dan tregua. Hace unos días, te contábamos el caso de Marc, que sufre dermatitis atópica. También te contamos cómo impacta esto en la salud mental. Hoy, repasamos cómo puede afectarte el calor extremo si sufres enfermedades cardíacas, pulmonares o metabólicas, y cómo puedes protegerte.

«Está ampliamente demostrado el aumento de la mortalidad y de los ingresos hospitalarios durante los períodos de calor extremo. Esto se explica tanto por el golpe de calor en sí mismo (consecuencia aguda de la exposición al calor extremo, que puede conllevar a la muerte), como, más frecuentemente, por la exposición al calor de pacientes con enfermedades crónicas, especialmente en mayores, que sufren una deshidratación, con cambios metabólicos y finalmente una descompensación de su enfermedad de base. Esta última es el mecanismo relacionado con el calor que mayoritariamente acaba produciendo la muerte», explica la doctora Marisol Bravo Amaro, coordinadora del área de promoción de la salud cardiovascular de la Fundación Española del Corazón (FEC).

Diabetes

La temperatura extrema de una ola de calor impacta en la calidad de vida de todo el mundo, pero, si eres diabético, podrías tener complicaciones relacionadas con la enfermedad. Así lo explica el doctor Martín López de la Torre Casares, secretario y miembro del Comité Gestor del Área de Diabetes de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

«Las personas con diabetes mellitus se encuentran en especial riesgo frente a temperaturas extremas por varias razones. Por un lado, la glucemia elevada en diabéticos mal controlados condiciona una mayor pérdida de líquido por la orina, y predispone a la deshidratación. Por otro lado, la diabetes de larga evolución puede afectar a la regulación nerviosa que facilita la adaptación al calor, por ejemplo, mediante una sudoración inadecuada, lo que les hace más sensibles al calor», explica López.

A esto se añade el factor edad: «los niños menores de 4 años y especialmente los lactantes son particularmente sensibles al calor y a la deshidratación, mientras que los adultos mayores de 65 años tienen peor adaptación al calor y frecuentemente asocian enfermedades y fármacos que también les hace aún más sensibles», apunta López.

¿Cómo podemos protegernos frente al calor si tenemos diabetes? Lo primero es la hidratación. «El diabético debe aumentar la ingesta de líquidos como agua, gazpacho, o bebidas isotónicas sin azúcar, limitar el alcohol, ya que deprime el sistema nervioso central y eso aumenta la diuresis, facilitando la deshidratación», aconseja el doctor López. Asimismo, continuar con el tratamiento que haya indicado el médico es fundamental, ya que, como señala el experto, «en períodos de temperatura extrema, cumplir con la medicación es de especial importancia».

Conservación

«Los fármacos han de conservarse adecuadamente, lejos de las temperaturas extremas. Conviene consultar el prospecto para saber la temperatura adecuada en cada caso. Esto es de especial importancia para la insulina, que debe mantenerse en el frigorífico cuando no se use, para mantenerla entre 2 y 8 º C, debiendo utilizarse contenedores isotérmicos refrigerados para su transporte. El calor la deteriora. Los alimentos también deben ser adecuadamente conservados para no añadir un problema relacionado con ellos», indica López.

Insuficiencia cardíaca

Para los pacientes con esta patología, el principal problema es la bajada de tensión que ocasiona el calor extremo. «La insuficiencia cardíaca es una enfermedad que se caracteriza por la incapacidad por parte del corazón de satisfacer las necesidades del organismo. Si bien existen diversos tipos de insuficiencia cardíaca y su gravedad y pronóstico también es diferente, en la mayoría de los casos se recomiendan fármacos vasodilatadores arteriales y diuréticos. Estos fármacos característicamente producen una disminución de la tensión arterial», explica Bravo.

«Ante una situación de calor ambiental extremo, se produce una vasodilatación natural, es decir, se dilatan las arterias por el calor, tratando de compensar y regular la temperatura a nivel interno. Esto conlleva una reducción de la tensión arterial añadida. Algunos pacientes con insuficiencia cardíaca tienen tensión arterial más bien baja, tanto por la enfermedad como por los fármacos, por lo cual una exposición excesiva al calor ambiental puede reducir aún más la tensión arterial y con ello podría producirse mareo, pérdidas de conocimiento, o deterioro de la función renal porque no le llega suficiente presión al riñón», señala la experta.

En estos casos, la retirada de fármacos para la insuficiencia cardíaca no está indicada sino que, al contrario, podría perjudicar el pronóstico. La recomendación es sostener el tratamiento y protegerse del calor evitando la exposición al sol y permaneciendo en sitios frescos.

EPOC

En verano, el calor, sumado a la contaminación ambiental, puede elevar las concentraciones de ozono troposférico, una sustancia que, en grandes cantidades, hace que el aire que respiramos pueda afectar a la salud, causando exacerbaciones en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Este ozono aumenta cuando el suelo se calienta debido a las altas temperaturas del verano, especialmente en zonas urbanas donde no hay vegetación.

El ozono tiene un gran poder de oxidación y, al inhalarlo, entra en contacto con el epitelio generando radicales libres que incrementan la inflamación. Los pacientes con EPOC, que ya tienen una inflamación de base por su patología, pueden empeorar su condición en estas circunstancias. Se produce una inflamación en la vía aérea, así como un incremento de la hiperreactividad en los bronquios, lo que puede causar exacerbaciones, dolor de cabeza e incluso fiebre, explica la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). Para estos casos, el médico puede recetar el uso de medicación broncodilatadora o de rescate.

Otro factor importante es el hecho de que exponerse a una temperatura demasiado baja en ambientes refrigerados puede ser igualmente perjudicial para los pacientes que sufren de patología respiratoria crónica, por lo que se recomienda limitar el tiempo de permanencia en espacios enfriados. En este sentido, es clave el momento de viajar en coche, ya que al encender el aire acondicionado, el espacio cerrado y pequeño del vehículo cambia bruscamente de temperatura y esto puede ocasionar problemas a nivel de las vías aéreas. En cuanto a los espacios interiores de hogares y estancias, se recomienda elegir ventiladores en lugar de usar el aire acondicionado.

Hipertensión

Aquellas personas que padecen hipertensión pueden estar más expuestas a los problemas que causa el calor debido a la medicación que toman para su patología. «Suelen recibir fármacos que reducen la tensión arterial que, ante un día de calor extremo, podría producir una hipotensión excesiva y llevar a mareos o incluso síncope», explica Bravo.

Al mismo tiempo, las irregularidades en la toma de la medicación también contribuyen al problema. «En verano, no es infrecuente que los pacientes olviden su medicación más a menudo, y además en general comen con más cantidad de sal, todo lo cual favorece un peor control de la hipertensión arterial que se asocia a la aparición de eventos cardiovasculares como angina de pecho, infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca o ictus», advierte la cardióloga. En este sentido, se aconseja vigilar la tensión arterial y seguir con las indicaciones prescritas.

Las recomendaciones de la Sociedad Española de Cardiología

  1. Hacer una ingesta de líquidos abundante, de al menos un litro y medio de agua al día.
  2. Mantener una alimentación variada, con alimentos frescos, con poca sal y poca grasa, insistiendo en consumo de verduras y fruta fresca con alto contenido en agua.
  3. Hacer ejercicio físico diario, pero evitando las horas centrales del día.
  4. Tomar el sol con protección y evitando las horas centrales del día (evitar la exposición entre las 12 y las 17 horas), buscando la sombra.
  5. Tomar adecuadamente el tratamiento; para evitar despistes, considerar el uso de alarmas en el móvil.
  6. Evitar consumo de tabaco, bebidas alcohólicas o bebidas azucaradas, pues todo ello favorece la deshidratación y el riesgo aumentado de diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares.
  7. Descansar adecuadamente con rutinas diarias de sueño de unas 7-8 horas diarias.
  8. Elegir el medio de transporte más adecuado para los viajes, por ejemplo, si viajamos en coche, se aconseja hacer paradas cada 200 km, y si viajamos en avión, tren o barco, es recomendable dar paseos en dicho medio de transporte en lo posible.
  9. Evitar el estrés, aprovechando las vacaciones para descansar.
  10. Cuidar tu vida social. Intercambiar experiencias con el entorno social y familiar suele traducirse en un gran apoyo y estímulo para cumplir objetivos de salud y ayudar a controlar el estrés y ansiedad.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.