La radiografía del Trastorno Límite de la Personalidad: «En lugar de patologizarlo dentro de un diagnóstico, se pueden trabajar las dificultades que tiene ese menor»
SALUD MENTAL
Aunque se puede sospechar por la aparición de síntomas en la adolescencia, los expertos sostienen que la personalidad es «una construcción psicológica en constante evolución» que puede variar al llegar a la edad adulta
02 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Una montaña rusa emocional, la hipersensibilidad que esta conlleva e impulsividad. Estos son los tres pilares centrales que suele presentar una persona que tiene trastorno límite de la personalidad (más conocido por sus siglas, TLP), según Beatriz Piñeiro, psicóloga y coordinadora de la Asociación de los Trastornos de la Personalidad de Galicia. «Algo también muy característico es la forma en la que se relacionan con el resto, porque van pivotando desde la idealización a la devaluación de la otra persona. Pueden conocer a alguien que es lo mejor del mundo, pero pasa algo que, debido a la hipersensibilidad que existe, activa la montaña rusa emocional y, de repente, su percepción sobre ella cambia totalmente, llegando incluso a odiarla», añade la experta.
La prevalencia del TLP en la población general adulta se sitúa entre el 1,4 y el 5,9 % y se considera el trastorno de personalidad más diagnosticado en los diferentes niveles asistenciales, aunque existen más. «Se podrían clasificar en tres grupos: A, B o C. Los primeros, no sé si bien o mal llamados, se les conoce como los más excéntricos y ahí estarían los esquizoides y esquizotípicos». El término esquizoide se refiere a una preferencia por el aislamiento social y la falta de deseo o interés por las relaciones cercanas, mientras que el trastorno esquizotípico incluye un patrón de malestar con las relaciones cercanas, pensamiento y percepción distorsionados y un comportamiento muy excéntrico. Se diferencia de la esquizofrenia en que no suele llegar a psicosis.
El grupo B, «serían los más emocionales y ahí se encuentra el trastorno límite de la personalidad (TLP)», indica la psicóloga. Mientras que los del C se corresponden con los de tipo evitativo, caracterizado por una profunda hipersensibilidad al rechazo y la crítica, llevándoles a esquivar interacciones sociales y situaciones nuevas por miedo a la desaprobación. Es importante diferenciar este trastorno de personalidad por evitación, TPE, del TLP, porque este último se caracteriza más por las relaciones interpersonales caóticas y el miedo al abandono.
Una causa que se desconoce
«Siempre decimos que una única causa nunca va a explicar un diagnóstico», remarca Piñeiro. Una afirmación con la que concuerda Pedro Javier Rodríguez, presidente de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría (AEP), si bien matiza que existen factores que pueden incrementar la probabilidad de padecer este trastorno: «El principal es la existencia de vulnerabilidad en la infancia y adolescencia. Por ejemplo, un abuso sexual o historial de trauma infantil. Eso es, desde el punto de vista ambiental, lo que más puede influir». La incidencia del trauma en personas con trastorno límite de la personalidad es muy alta. Existen estudios en los que se apunta que el 84 % de los que sufren el trastorno describen una experiencia de malos tratos psíquicos y negligencia por parte de sus progenitores antes de cumplir los 18 años.
Desde el punto de vista genético, es más probable desarrollar este trastorno cuando has tenido algún familiar que también lo ha sufrido. «Nosotras, en la asociación, tenemos personas que lo han adquirido de una forma orgánica, como puede ser a través de un accidente de coche. A nivel cerebral han existido daños muy concretos que han hecho que se desarrollara un trastorno límite de la personalidad (TLP). Pero después hay personas en las que responde más a elementos genéticos», explica Piñeiro.
Con todo, tanto el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Infantil como la coordinadora de la Asociación de los Trastornos de la Personalidad de Galicia remarcan que se trata de un trastorno con múltiples causas. «Pueden tener una probabilidad genética y no desarrollarlo, o vivir con trauma y que este tampoco aparezca», sostiene Rodríguez.
La adolescencia, la etapa donde puede aparecer el trastorno
Los pacientes que ve Rodríguez son, sobre todo, adolescentes. En ellos, los síntomas principales también tienen que ver con el estado de ánimo o relacionados con la afectividad. «Existe un pensamiento de vacío interior que crea un malestar importante, asociado a elementos de impulsividad, ira, enfado, que no son adecuados en diferentes contextos y realidades. Eso hace que, desde el punto de vista externo, se dé un comportamiento explosivo habitual». Según sus palabras, su estado de ánimo puede cambiar día a día e incluso cada hora. «Hay ocasiones donde se encuentra con elevada ansiedad, otras en las que está muy triste y con un estado de ánimo muy decaído. Incluso en esos momentos puede exteriorizar amenazas de suicidio y presentar autolesiones; desde el punto de vista del comportamiento diario, toma conductas de riesgo».
Estos signos de alarma pueden aparecer a partir de los 12 años. «Desde la adolescencia, estos síntomas se estabilizan, aumentan y crean una dificultad clínicamente significativa e importante en el día a día», comenta el psiquiatra. Si bien el diagnóstico se establece a partir de la mayoría de edad. «Aunque se puede sospechar la existencia de TLP en una adolescente, no podemos olvidar que la personalidad es una construcción psicológica en constante evolución. Hasta la adultez pueden existir variaciones en ella que hacen que, cuando llegas a una edad posterior, no tengas la sintomatología suficiente como para diagnosticar un trastorno de la personalidad».
Con todo, la detección temprana de los trastornos de la personalidad y, en concreto, del TLP, permite establecer orientaciones terapéuticas adecuadas para que los síntomas no progresen ni se hagan más graves. «Provocan una disfunción diaria que es notable. Cuanto antes actuemos en el ámbito psicológico, incluso desde la intervención farmacológica si es necesario, más leves serán los síntomas y menos dificultades en la interacción social se van a observar», amplía el experto. Por lo tanto, aunque no se diagnostica como tal, sí se pone el foco en cada una de las dificultades que puede llegar a presentar ese adolescente. «Sufrir impulsividad y una montaña rusa emocional puede ser natural en la adolescencia, porque la corteza prefrontal aún no está desarrollada. En lugar de patologizarlo dentro de un diagnóstico, se pueden trabajar esas dificultades que tiene ese menor», explica la psicóloga.
¿El TLP es más frecuente en mujeres?
Según los datos epidemiológicos, el trastorno afecta a tres mujeres por cada hombre. Pero tal como apunta la Fundación AMAI TLP, aunque el 75 % de los diagnósticos se dan en las mujeres, en los varones puede estar enmascarado por otras patologías como pueden ser el consumo de sustancias, alcoholismo o trastornos por conductas, provocando que no reciban el diagnóstico adecuado. Marina Díaz Marsá, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (Sepsm), asegura que la razón exacta por la que el TLP es más frecuente en población femenina no está clara, pero apunta a varios factores. El primero, las diferencias que se dan en la expresión de los síntomas: «Las mujeres con trastorno límite de la personalidad pueden experimentar más síntomas internalizantes, como ansiedad, depresión y autolesiones, mientras que los hombres pueden mostrar más síntomas externalizantes, como agresividad y abuso de sustancias. Esto, podría llevar a un sesgo en el diagnóstico».
Otro aspecto a tener en cuenta: las diferencias que se suelen dar en la búsqueda de ayuda. «Las mujeres pueden ser más propensas a buscarla para problemas emocionales y de salud mental, pudiendo contribuir a un mayor número de diagnósticos», sostiene Díaz. Sin olvidarse de los factores hormonales y biológicos. «Algunos estudios sugieren que ambos podrían desempeñar un papel en el desarrollo del trastorno límite de la personalidad en mujeres», añade la experta.
El abordaje del trastorno
Uno de los mitos más extendidos sobre el TLP es que no hay tratamiento para aquellas personas que lo padecen. No solo existe, sino que ha mostrado eficacia científica. Desde AMAI TLP apuntan a la terapia de mentalización o la terapia dialéctico conductual. De la misma forma, el tratamiento farmacológico ayuda al paciente a disminuir su malestar, disminuyendo síntomas como la angustia, la impulsividad o la depresión.
El abordaje psicológico del TLP puede ser desde diversos puntos. «El que nosotros realizamos en la Asociación TP Galicia es desde una perspectiva psicoeducativa, trabajamos las dificultades. Es decir, si esa persona tiene un evento traumático detrás por el que ha podido llegar a desarrollar el trastorno, nosotros en concreto no lo trabajamos. Sí la identificación emocional, el establecimiento de límites, la identidad o la autoestima». Se suma el abordaje con la familia. «Lo más transversal, que es el tema emocional», añade Piñeiro.
Por su parte, la presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental subraya que «el TLP se trata con el abordaje y el tratamiento adecuado, por lo tanto, una persona diagnosticada, tras concluirlo, podrá hacer una vida normal como cualquier otra persona».
Otros mitos
«Se dice que son personas agresivas, que son manipuladores, que no pueden vivir en sociedad. Hay muchos mitos a nivel relacional, la verdad», lamenta la psicóloga. «Sí que es cierto que vemos que todos vienen un poco de la expresión del malestar que manifiestan los pacientes con trastorno límite de la personalidad». Piñeiro, proporciona un ejemplo: «Se les llama ‘‘manipuladores’’, pero tienen muchas necesidades que cubrir y no siempre saben cómo solicitar esa cobertura. Además, muchos de estos pacientes se encuentran en lo que conocemos como ‘‘modo supervivencia’’, que no es fácil de gestionar».
Otro mito extendido es que no pueden hacer una «vida normal», entendiéndose como aquella que cumple con el estándar de la sociedad. «Y claro que pueden conseguir esos objetivos que, muchas veces, se exigen. Nosotros tenemos —en TP Galicia, que la conforman cerca de 50 personas en este momento— pacientes de todo tipo. Padres de familia que tienen un rol comunicativo y respetuoso, gente que tiene su plaza después de unas oposiciones difíciles. Son todos ejemplos de éxito a nivel social», subraya Piñeiro.