Una visita al acueducto de O Courel

carlos rueda / francisco albo MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

Una ruta que fue acondicionada recientemente lleva a un singular monumento de la sierra

24 nov 2018 . Actualizado a las 17:20 h.

En fechas recientes, el Ayuntamiento de Folgoso do Courel acondicionó y señalizó el puente acueducto de Arco da Veiga, una de las obras arquitectónicas más singulares que se conservan en el municipio. Según se cree, fue construido a mediados del siglo XVII, la misma época en la que empezó a funcionar la ferrería de Lousadela, a cuyas propiedades pertenecía. Su función, además de permitir el trasiego de personas y animales, era la de trasvasar las aguas del Lóuzara para regar unos prados en la margen derecha del río.

La ruta que conduce a este paraje comienza en la aldea de Lousadela, hoy formada por una sola vivienda que en tiempos recientes sufrió un aparatoso incendio. En su entorno se encuentran las ruinas de la antigua ferrería. El camino arranca de la parte posterior de la casa y corre paralelo al Lóuzara hasta llegar al puente de A Veiga, al cabo de unos doscientos metros. Justo al lado está la presa de A Veiga, que captaba el agua del río para conducirla hasta el acueducto mediante un canal de unos 650 metros de longitud. Tras cruzar el puente hay que torcer a la derecha y unos metros más adelante el camino da un giro a la izquierda. Luego asciende entre prados para empatar, un centenar de metros más adelante, con un camino procedente de Seceda que lleva a Folgoso do Courel, conocido por Camiño de Sudrios. Hasta aquí llevamos unos cuatrocientos metros recorridos.

Señal indicadora

A continuación es preciso desviarse a la derecha y seguir la ruta por el Camiño de Sudrios a lo largo de unos 250 metros. En este punto hay una señal que indica la dirección del acueducto Arco da Veiga -que se halla a unos 140 metros- por un camino recientemente abierto que desciende hacia el cauce del Lóuzara.

Llama la atención la monumentalidad del puente y su buen estado de su conservación. Está construido con pizarra y esquisto y consta de dos arcos semicirculares de grandes dimensiones. Tiene unos veinte metros de largo, con una anchura de metro y medio, y está suspendido a una altura de ocho metros sobre el río. De la ferrería de Lousadela ya se tenían noticias, en el año de 1669, siendo entonces su arrendatario Bartolomé de Valcarce y Armesto. En el siglo XIX pasó a ser propiedad de Juan Francisco de Ribadeneira, natural de Bóveda.

El mineral de hierro que se calcinaba en la ferrería procedía en su mayoría de los yacimientos de A Veneira de Roques -en A Pobra do Brollón- y en menor medida de los del monte Formigueiros y las cercanías de la aldea de Seceda, en O Courel. Dejó de fundir en 1882 debido a la falta de combustible -al agotarse la madera procedente de los bosques de la zona- y a la fuerte competencia de la siderurgia vasca. Siguió funcionando como mazo hasta 1910, cuando cerró definitivamente.

Después de visitar el puente acueducto, cruzamos el río por la parte superior de la estructura e iniciamos un acusado ascenso por un camino que se dirige a la carretera que comunica Lousadela con Eiriz. Hasta este vial hay unos trescientos metros de caminata. Para regresar al inicio de la ruta en Lousadela hay que desviarse a la derecha y caminar por el asfalto un kilómetro hasta entrar en la aldea. En este último tramo disfrutaremos de unas magníficas vistas del profundo cañón que forma el Lóuzara antes de desembocar en el Lor, y de los montes y valles que rodean la localidades de Seceda y Lousadela. La longitud de la ruta es de unos 2,2 kilómetros y su dificultad es baja.

Dos vías de acceso

Para ir al punto de inicio se puede salir de Folgoso do Courel por la carretera que lleva a Eiriz y Lousadela. Este núcleo dista 9 kilómetros de la capital municipal. También se puede ir desde A Cruz do Incio por la carretera que conduce a A Ferrería, Seceda y Lousadela, en un trayecto de 18 kilómetros