Cuadrillas de caza se oponen a las batidas por daños del jabalí

Luis Díaz
LUIS DÍAZ MONFORTE / LA VOZ

LEMOS

ROI FERNÁNDEZ

Dicen que su celebración en época de cría perjudica la continuidad de los tecores

21 feb 2019 . Actualizado a las 13:02 h.

La temporada de caza mayor finalizó el pasado 6 de enero. Pero la Consellería de Medio Ambiente autoriza la realización de batidas de jabalí tres de los cuatro fines de semana de febrero. La prórroga se debe a los daños por la proliferación de esta especie cinegética, especialmente en explotaciones agrícolas y ganaderas. Sobre el papel, las monterías deberían ser bien recibidas por los cazadores por la oportunidad de ampliar la temporada. La realidad, sin embargo, es que existen opiniones enfrentadas sobre su conveniencia. Algunas cuadrillas se oponen a salir o se limitan a mover a los jabalíes de zona. Matarlos en época de cría viene a ser, desde su óptica, algo así como tirar piedras contra el propio tejado.

Las batidas por daños se desarrollan en lugares elegidos por los tecores -actual denominación de los cotos de caza- donde la abundancia de jabalíes genera más quejas. En lo que va de mes, ya se celebraron dos de las tres jornadas extra de caza mayor autorizadas por este motivo. Fueron los dos primeros domingos de febrero y está previsto que concluyan el próximo. En el sur lucense, y a pesar de las discrepancias, participarán la mayor parte de las cuadrillas. Entre otras razones, apuntan desde el tecor de A Pobra do Brollón, porque en la consellería «aprietan».

Esa es una de las razones, pero no la única. La principal es que los cazadores tampoco quieren dar la espalda a los agricultores y ganaderos que cada vez en mayor medida sufren en sus terrenos las incursiones del jabalí. Ese es el principal motivo de que salgan al monte, aunque la efectividad de las batidas sea a veces más que relativa. «Moita xente sae a mover un pouco a caza, aínda que non se maten xabarís. Hai quen di que se ten que ir nesta época non lles tira», reconoce un directivo de uno de los terrenos de ordenamiento cinegético -tecores- que funcionan en la comarca.

La cuestión es delicada y las fuentes consultadas piden opinar sin que se desvele su identidad. El presidente de la sociedad de caza Val de Lemos, Manuel Casares, es la excepción. «A cazar sae quen quere, pero debe quedar claro que nós non lle damos as costas aos agricultores», señala Casares. El problema, según su criterio, no se soluciona solo con batidas. «O xabaril fai cada vez máis dano nas zonas de cultivo e cerca das casas porque deixou o seu hábitat pola presión do lobo», opina. 

El «exterminio» del cazador

El rechazo de muchos cazadores a las batidas de febrero, en plena época de cría, responde a criterios de carácter pragmático. «Se matamos as femias coa cría, exterminamos todo. Tal como está o monte, á larga o xabaril acabaría inzando outra vez. Pero se veñen moitos anos malos para a caza haberá moitos cazadores que o deixen. Non é algo que lle conveña nin ao agricultor nin aos donos de moitos negocios», sostiene un aficionado de Monforte, uno de los tecores donde existe controversia.

A los presidentes de los tecores les corresponde la difícil papeleta de contentar a los cazadores, y al mismo tiempo, atender a las necesidades de agricultores y ganaderos, cada vez más molestos por los daños del jabalí en cultivos y praderías. Casares insiste en que, sin el control de las poblaciones de lobo, las batidas servirán de poco. «Nós movemos os xabarís para o Saviñao e eles nolos mandan de novo para Monforte», señala.

El problema de los accidentes de tráfico se suma al de los daños en los cultivos

Las reticencias de los cazadores a participar en las batidas tras la finalización de la temporada eran mayores todavía en años anteriores. Muchas pandillas tomaron conciencia de la necesidad de llevar a cabo estas monterías no solo por los daños que causa el jabalí en los terrenos agrarios. «Aquí os accidentes de tráfico polos xabarís están á orde do día», señala un integrante de una cuadrilla de A Pobra do Brollón. Las estadísticas oficiales confirman su afirmación. Según datos que dio a conocer Unións Agrarias, el año pasado se registraron en las carreteras gallegas 1.180 percances por la irrupción de jabalíes en la calzada.

La elección de las fechas en las que concluye la temporada de caza mayor no es aleatoria. Si se interrumpe a comienzos de enero es precisamente para proteger a las hembras en la época de cría. Los cazadores partidarios de las batidas que se autorizan en esa etapa argumentan que ahora la época de cría «é todo o ano». Unos aluden al cambio climático. Otros creen que el terreno a monte favorece la expansión de la especie. Sea como fuere, apuntan desde el tecor de A Pobra, «hoxe vense femias con crías en calquera época».

Medidas legales

La controversia por la eficacia de las cacerías por daños no es de ahora, pero ha ido subiendo de tono en los últimos años. En marzo del 2018, después de que se diesen por finalizadas esas batidas, Unións Agrarias avanzó durante un acto informativo en Chantada su disposición a emprender medidas legales contra determinados tecores.

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