Jaime Torres: amigo, maestro, mentor

Rocío Mosquera AL HILO

MONFORTE DE LEMOS

ALBERTO LÓPEZ

26 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Nos ha dejado Jaime Torres, una persona irrepetible, un dos «bos e xenerosos», un referente para todos los que hemos trabajado en la sanidad gallega en las últimas décadas. Solo el amor por su familia superaba su amor por la sanidad pública y por Galicia. Nos enseñó a muchos que la Administración es servicio público, a lo que el dedicó su vida.

Ya antes de la transferencia de las competencias en sanidad impulsó la puesta en marcha de los hospitales de Monforte y Burela. Fue clave en el diseño y puesta en marcha del Servizo Galego de Saúde como organismo autónomo, y el primero en ocupar el puesto de director general. Un innovador convencido de que «no se puede gestionar la sanidad con funcionarios». Una persona siempre reflexiva, que nos hacía reflexionar, y que constantemente nos recordaba que «si quieres resultados distintos no puedes seguir haciendo las cosas igual».

Participó en la modernización de la atención primaria, en aquel momento prestada por médicos y practicantes aislados, la mayoría con la consulta en su casa. Una transformación que llevó al trabajo en equipo en modernos centros de salud.

Profundo conocedor de la gestión sanitaria y convencido de la necesidad de consenso en la toma de decisiones, nunca rechazaba una idea o una propuesta sin haberla analizado y discutido con todos. Así surgieron nuevas fórmulas, instrumentos de gestión más flexibles y eficaces: la fundación hospitalaria de Verín, el 061, el Centro de Transfusiones y MedTec, empresa pública de servicios sanitarios (hoy Galaria). Defendía la participación de los profesionales, sobre todo los jefes de servicio, en la gestión: «Solo así se conseguirá la mejor calidad asistencial». Creía profundamente en que necesitamos una salud pública potente, con los mejores profesionales, con una gestión flexible y eficaz… ¡Cuánta razón le vino a dar esta pandemia!

Siempre leal con sus compañeros, con su equipo, con la organización. Defendía sus opiniones de forma clara y contundente, argumentando de forma objetiva, pero aceptaba y ejecutaba sin fisuras las decisiones tomadas.

Disfrutó, hasta el final, de las discusiones sinceras, sin tapujos, sobre sanidad, gestión y política... mejor compartiendo mesa con los amigos.

Gracias, Jaime, por estar en nuestras vidas. Sigue cuidando de nosotros.