El oro que dejó un rastro de piedras

carlos rueda / francisco albo MONFORTE / LA VOZ

RIBAS DE SIL

Cerca de la capital municipal de Ribas de Sil se encuentran los vestigios de una poco conocida mina romana

04 dic 2018 . Actualizado a las 21:54 h.

Entre las numerosas explotaciones de oro romanas de Ribas de Sil, algunas son muy conocidas por los vecinos, pero otras han pasado desapercibidas o son casi desconocidas por estar parcial o totalmente ocultas por la maleza. Entre ellas están las del lugar de Rego de Chao, también denominado Os Buratos. Se trata de varias explotaciones de tipo secundario practicadas sobre terrazas de aluviones en la cuenca del Sil. Se hallan por encima del barrio de San Román -perteneciente a San Clodio, la capital municipal-, en las inmediaciones de la aldea de A Cabarca.

Una vez situados en el inicio del camino que lleva a esta localidad, deberemos avanzar unos 350 metros hasta llegar a una bifurcación. Tomamos entonces el ramal de la derecha para subir hasta el lugar de Rego de Chao. Las explotaciones mineras se hallan respectivamente a unos doscientos y a unos cuatrocientos metros del cruce.

La primera de ellas es una típica mina de ladera en la que se empleó la fuerza hidráulica para abatir grandes masas de tierra de aluvión. A pesar de la espesa maleza y de una plantación de pinos, se puede distinguir en el terreno una gran concavidad a la que sigue una acumulación cantos rodados -que aquí reciben el nombre de murias- formada por el arrastre y el lavado de los aluviones. Hace varias décadas todavía se podía apreciar con toda claridad un canal de drenaje que descendía por toda la explotación en dirección al arroyo de San Román. «Hoxe case non se ve -señala Manuel Cao, vecino de San Clodio y entusiasta de la minería romana- porque a vexetación cubriuno todo». En tiempos, añade, se podía distinguir desde San Clodio. «Víase unha gran cavidade semiesférica de cor vermella e moita xente preguntábase que foi o que houbo alí», explica,

Otras explotaciones

A unos 150 metros de esta mina, en las proximidades de la aldea de A Cabarca, hay otra explotación minera. Está al mismo nivel que la anterior y consiste en una profunda zanja que está excavada en dirección norte-sur. También está cubierta por la maleza y no es fácil acceder hasta ella.

Siguiendo por la pista de tierra en sentido ascendente, a unos doscientos metros de la primera explotación, se encuentra el alto de Rego de Chao. En este lugar se aprecia un gran socavón en el terreno y un enorme pedregal, producto también de intensas labores mineras. En la parte superior de esta explotación hay unas antiguas fincas donde se sembraba el centeno y un pequeño souto de castaños -hoy totalmente abandonados-, en un lugar que recibía el nombre de A Mámoa. Es una clara referencia a posibles enterramientos megalíticos que hoy todavía no se han podido localizar.

La pista de tierra, según cuenta Manuel Cao, fue en otros tiempos un camino de carro y daba acceso a un lugar conocido como Redondela. «Era unha zona dedicada a viñedo na que incluso algúns veciños das terras de Caldelas tiñan viñas», recuerda. El camino también era utilizado por los vecinos de A Cabarca para ir a la capital del municipio en los meses de invierno. «Era cando o regato da Ventosa ou de San Román traía moita auga e non se podía cruzar, porque non había ponte para pasar o rego», dice Cao.

DESDE SAN CLODIO

Hay que salir de la capital municipal por la carretera que lleva al Alto da Moá. Unos trescientos metros más adelante dejamos el vial y nos desviamos a la derecha por el que lleva a Rairos y Nogueira. En el kilómetro 0,6 dejamos el asfalto y tomamos un antiguo camino que lleva A Cabarca, hoy pista de tierra