Eduardo Sampayo: «Alboradas de metal». La obra de un talentoso artista

josé maría lugilde

LUGO

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09 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La Ferretería, Rúa San Froilán • Hasta el 21 de marzo • El arte abstracto, en sus más variopintas expresiones, es sublime, es la expresión artística que sin pretenderlo propone un lenguaje visual de una realidad distinta a la expresión del natural. Manchas que se forman y que nos sugieren formas e historias para contar. El color nos da luz, y la línea crea espacios entre sí. Y se forman composiciones, con diferencias visuales de la realidad objetiva. Complicidades visuales con movimientos artísticos, como el expresionismo, el suprematismo, el constructivismo de Malevitch 1922, el «action painting», etc.

¿Siempre existen coincidencias? Sí. No. Eduardo Sampayo y Henry Matisse (1869-1954) parece que las tienen. Este, estudió derecho como Eduardo, pero Henry no finalizó los estudios. Eduardo sí. Matisse trabajó como pasante de un abogado y tuvo una enfermedad (bendita enfermedad) y una larga convalecencia (en fin, se aburría). Su madre, ni más ni menos, le regaló una caja de pinturas, oh!. La magia de la pintura lo atrapó, despertó al arte, y su espíritu se apoderó de él, no lo sabía, pero tenía dormitando el espíritu del arte en su interior. Abandonó los estudios de Derecho, muy a pesar de su progenitor. Se fue a París a estudiar arte. Pobrecito. ¿Fue o no fue?

El hechizo de la magia

Eduardo, reitero, es un hombre de bien, de esto no tengo duda. Pero la magia y el hechizo del arte lo atrapó. Eso sí, después de terminar Derecho. Eduardo es joven y tiene mucha ilusión, que no le debe faltar nunca. Aunque estés atrapado en esa tela de araña que es el arte y estés condenado a no salir por los jamases. ¿Qué locura, no? La humanidad sería más culta, sensible, generosa, en suma más «kalimándrika». Así, los problemas del mundo serían más minimizados y todos felices. Pero a quién le importa de verdad. La mentira y la hipocresía transita por lo políticamente correcto. ¡Y eso quién lo desmonta!

Eduardo, reitero, al ser un hombre joven y de bien, la magia del arte lo atrapó como a Matisse y tantos otros pero la ilusión no puede faltar. Y más en los tiempos en que corremos hoy por hoy. Es harto difícil, y a este artista coraje no le falta, pues escogió el campo del arte más difícil desde la perspectiva de los demás mortales, con sus consecuencias. Pues escogió el arte abstracto. Y cuando no comunica, su mensaje no llega a la gente de a pie. Su opinión se forma de una manera negativa, fruto de la ignorancia. Existe esa famosilla frase que dice así: «¡esto lo pinta mi niño!».

Desarrollar proyectos en arte no es fácil y más en el capítulo de la abstracción. Eduardo Sampayo tiene como meta la excelencia, odiando la simpleza y la mediocridad, juega con herramientas muy variopintas, aparte de algún toque de pincel testimonial para obtener resultados plásticos distintos y se envuelve en la magia y juega a Dios creando su propia obra, al final te queda esa satisfacción orgásmica que conjuga el ser interior y nos hace superiores a las otras especies. Estás atrapado por esta bendita enfermedad.

Creo que en un futuro se hablará de este talentoso artista. Así pues, le agradezco que me invitara a ver su estupenda obra. Yo tengo que confesar que el color me atrapa, y una de las obras que por allí se ven entre otras maravillas me fascinó, la que lleva por título «Sardanápalo». Como Eugéne Delacroix recrea la muerte de este rey. Eduardo Sampayo recrea la esencia que sale de este fluido vital y maravilloso que nos da la vida, que también nos sensibiliza con la muerte. Es en este punto donde radica el talento y la sensibilidad para sintetizar y contar una gran historia. El arte abstracto es la esencia de la (vita) y esto aporta al alma la grandeza del ser. El supra 10.

Mi felicitación sincera para este artista. Estoy seguro de que el futuro le deparará éxitos más, que merecidos. ¡Enhorabuena!.