La mejor zona verde precisa limpieza de bancos, reparar bordillos y renovar papeleras

Enrique Gómez Souto
enrique g. souto LUGO / LA VOZ

LUGO

OSCAR CELA

Pese a que aún hace pocos años de una relevante inversión, el parque acusa la falta de gestión municipal en medio ambiente

24 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El parque Rosalía de Castro, la mejor zona verde de la capital lucense, fue sometido a considerables mejoras hace muy pocos años. ¿Por qué, si no está especialmente mal, tiene ese aire de abandono del que se quejan tantos lucenses? La respuesta es esta: por falta de sensibilidad en su cuidado, por falta de atención a los pequeños detalles. Seguidamente se relatan algunos de ellos. No es el menor la forma elegida para mantener en pie un árbol que hace muchos años se inclinó hasta casi rozar el suelo; el poste de madera utilizado es fácilmente sustituible por algo similar pero más estético.

En un paseo por el parque de Rosalía, una de las primeras deficiencias que saltan a la vista son las de los bordillos de los parterres. Están muy deteriorados, rotos en algunos tramos. Y para los lucenses que conocieron el parque en sus días mejores, falta la pintura de los bordillos; aún queda alguna mínima muestra de la que tuvieron hace mucho tiempo.

Los bancos, el descuido a que están sometidos los numerosos bancos del parque de Rosalía, es otro aspecto que genera numerosas críticas ciudadanas. Evitar que los excrementos de los pájaros cubran algunos de los bancos es imposible. Pero lo que es injustificable es que el servicio de mantenimiento de esta noble zona verde de la capital no los limpien utilizando para ello una manguera. En otros casos, los bancos tienen suciedad de origen vario, además de abundancia de verdín. En todo caso, si a algo no invitan una gran parte de los bancos es a sentarse. Menos aún aquellos cuya madera está deteriorada por el paso del tiempo y como resultado de las gamberradas sufridas.

Cambio

El estado de las flores y de los setos también es mejorable en numerosos puntos. El jardincillo que rodea la fuente más grande tiene una flores mustias, que lejos de alegrar invitan a la melancolía. Y por si fuera poco, parece que hace tiempo que nadie retira las hojas secas caídas de los árboles. En cuanto a los setos, alguno, cuidado en cuanto a podado y recorte, parece reclamar una pronta sustitución.

No menos curiosa es la convivencia de al menos dos tipos de papelera. Uno de ellos, el más antiguo, era utilizado ya en zonas similares en los años 60 del siglo pasado; quizá también en el parque de Rosalía. Algunas de estas papeleras están rotas y ofrecen riesgo de causar heridas.

De cuál es el nivel de la atención municipal que se presta al parque de Rosalía de Castro da idea el agujero existente a la altura de la zona biosaludable. De allí se arrancó un árbol, seto o similar, y no ha sido sustituido. Pero tampoco se cubrió el socavón. Son, las reseñadas, algunas de las cuestiones que, entre críticas, exponen con más frecuencia algunos de los usuarios de esta zona verde.