Serenidad

María Guntín
María Guntín TRIBUNA

LUGO

19 ago 2019 . Actualizado a las 21:23 h.

Durante los desdenes, intente fingir que todo va bien. No levante la voz. Camine con normalidad. Sienta cómo todo transcurre bajo esas piernas que, sin saber muy bien por qué, la sostienen en pie sin dejar ni una sola huella en el mundo. Piense cómo se sentía cuando era su abuelo el que le leía en voz alta. La emoción en sus ojos. Las lágrimas de después. Los abrazos. Piense en el preciso momento en el que cambió todo. El momento de la despedida. Los cambios.

Avance por la calle y acuda a las clases con frialdad. Escriba de madrugada y beba vino blanco antes, durante y después. Levántese a las seis de la madrugada. Siga escribiendo. Corra mientras siente el mar. Entre en catarsis con él. Ordene los libros abandonados sobre la mesa del salón y, después, acuda a la biblioteca del barrio. Trabaje. Gane poco y escriba muchas páginas. No se deje llevar por la ansiedad.

Después de un día eterno sonría a su madre. Abrácela. Dígale que todo está bien. Regrese con la cabeza bien alta y el corazón hecho cenizas. Intente digerir todo lo que ocurre. Camine con seguridad. Escriba, escriba, continúe escribiendo. No se pregunte ni le pregunte a nadie cómo hará para poder vivir así. Cuando todo se desborde, piense en los cientos de libros que descansan sobre el escritorio de su casa de siempre. Escápese un fin de semana y encuentre la paz en los árboles y en los pájaros. Pasee a su perro por aquel lugar que conoce mejor que nadie. Lave el coche. Muérdase las uñas por la ansiedad acumulada. Escriba una carta a su amor de infancia y tírela al río.

Siéntase hundida y, al momento, mírese al espejo de un aseo cualquiera y repítase en voz alta que no pasa nada. Libérese de los lastres que la atan. Fluya con los regatos, escriba. Desaparezca de su grupo de amigos y entre en una crisis existencial. Pregúntese por qué se han ido y dónde están. Apriete los puños y luche por la verdad. Aun cuando sienta que todo se desmorona, que nadie responde y que no puede hacer más preguntas -como periodista, eso duele-, camine, siéntese y contemple la arena. Meta los pies en el agua. Apóyese en los bancos y no intente levantarse. No pida ayuda. No espere ayuda. Todo va a cambiar. Usted va a cambiar. Serenidad.