Pagar por entrar en la catedral de Lugo, una medida que sigue siendo criticada

LA VOZ LUGO

LUGO

GOOGLE

El presidente de Lugo Monumental pidió una entrevista con el obispo y otros colectivos turísticos también lo estudian

20 ago 2019 . Actualizado a las 11:55 h.

La decisión del Obispado de Lugo de cobrar por las visitas turísticas a la catedral de la ciudad de la Muralla no está resultando tan compartida por la sociedad lucense como se esperaba en el palacio episcopal. Varios colectivos y organismos han tratado en las últimas semanas a nivel interno esta decisión que se cree que puede perjudicar no solo al turismo, sino también la imagen de la ciudad, e incluso la relación de los fieles. Por el momento, el único colectivo que ha movido ficha oficialmente ha sido Lugo Monumental, cuyo presidente le envió una carta al obispo de Lugo pidiéndole una reunión para poder repensar el asunto.

Pero al margen de la asociación de dentro de la Muralla, preocupa que se cobre la visita a la catedral a los peregrinos, tanto a los que pasan por Lugo como a los que llegan a la ciudad para iniciar su peregrinación, ya que se pude conseguir la Compostela partiendo de aquí, ya que hay los cien kilómetros mínimos que exige el cabildo de Santiago para expedirla.

Por un lado, cobrando las visitas, el cabildo no colabora con la promoción de la ruta jacobea Lugo-Santiago para convertir la catedral en un punto de partida, con lo que ello significa de riqueza tanto para la Seo como para la ciudad. Véase lo que ocurre en Sarria, donde el número de peregrinos que salen de la villa (porque también hay los 100 kilómetros necesarios para obtener la compostela) hacen que sea un lugar siempre lleno de peregrinos. Y por otro lado, ahora que el Cabildo de Santiago ha dicho que no va a cobrar por la entrada a su catedral compostelana, deja a Lugo en una posición incómoda cobrando a través de una empresa profesional estos servicios.

Y al margen de que afecte al Camiño de Santiago y a los peregrinos, también preocupa el efecto de ver la puerta norte cerrada y hacer que los lucenses entren a la catedral por la fachada principal, junto con los turistas; produciéndose además un efecto de mercadeo y murmullo en toda la catedral, ya que quienes pagan la entrada no guardan precisamente el silencio de quienes van a rezar, sino que hablan y comparten con sus colegas de visita o de grupo. Y aunque sea en voz baja y en un templo, se trata de una visita cultural ejercida con todos los derechos de quien ha pagado una entrada.

Por otra parte, las visitas a la catedral ahora no se pueden realizar fuera de los horarios que ha marcado la empresa explotadora.

Por último, la catedral cuenta con instalaciones independientes tan ricas como el claustro, el museo o los tejados, que hubiese permitido cobrar por ello sin mercantilizar la zona de culto. Y ello, además, sin poner en riesgo la exención de impuestos que tiene la Iglesia, ya que cobrar por la entrada puede llevar a alguna administración a intentar cobrar impuestos también a la Iglesia, ya que obtiene beneficio de explotar la catedral.