La historia de la mecanización agraria, en Láncara

Dolores Cela Castro
dolores cela LUGO / LA VOZ

LÁNCARA

Carlos Castro

La pasión por los tractores y máquinas de labranza llevó a Marcos Vázquez a convertir parte de su granja en museo

11 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los tractores y la maquinaria agrícola siempre estuvieron presentes en la vida de Marcos Vázquez, ganadero que cría vacas de carne, en ecológico, en Trasliste (Láncara). Vázquez, que compagina esta actividad, a la que nunca quiso renunciar, con la de trabajador de la administración, está tramitando la conversión de su «colección visitable», que ronda el millar de piezas, en Museo Integrado da Maquinaria Agrícola, con sede en su propia casa de labranza. Los trámites no son fáciles. Se ha visto obligado a catalogar y a documentar cada pieza según su origen y para lo que fue creada y a incluir datos sobre su historia y sobre cómo llegó a formar parte de este fondo privado.

En la casa en la que siempre ha vivido con su familia -recuerda que tuvo que presentarse a algún examen difícil de su carrera en la época de tareas duras del campo, entre faena y faena, en una etapa en la que nunca le pidieron que estudiara para poder marcharse, sino para formarse- quiere iniciar otra actividad. Se trata de la restauración de piezas, que son un ejemplo de la mecanización del campo en Galicia, con recambios y pinturas originales. Este objetivo está incluido en el proyecto del museo.

La pasión de este ingeniero técnico agrícola por seguir vinculado a sus raíces, en Trasliste, le ha llevado a contar con tres colecciones. Una de ellas recoge la historia del tractor desde el siglo pasado a este a través de siete modelos diferentes, unos clásicos y otros históricos, todos ellos en funcionamiento, que ha ido restaurando a lo largo de los años, hasta que recuperaron su estado original. El gasto medio en las reparaciones ha sido de 8.000 euros por cada vehículo agrícola.

Otra de las colecciones conlleva la evolución histórica de las herramientas a las máquinas. Abarca desde el tradicional fouciño, hasta una cosechadora autopropulsada, máquinas de trillar y de limpiar el grano. La tercera contempla la evolución de los últimos cien años del agro, a través de miniaturas. Estos son los tres recorridos con los que cuenta la muestra permanente.

La afición a las máquinas y a los aperos, que ha ido recopilando a lo largo de las dos últimas décadas, empezó a tomar forma cuando comenzó a ganar un salario. Unas tienen valor histórico y otras sentimental.

Massey Ferguson, primera compra

Su primera compra, según explicó Vázquez, fue un tractor Massey Ferguson 65, de 1958, que adquirió por 1.800 euros. Procedía de Villaescusa de Haro (Cuenca) y lo localizó en una explotación de Marei (O Corgo). Este modelo, según confesó, captó su atención desde que, con nueve años, empezó a viajar en la ruta de transporte escolar. «Cando ía no autobús, despois de deixar a escola unitaria, víao todos os días na Granxa Valdriz, que era punteira no seu tempo e que, segundo contan, inaugurou Franco de incógnito. Quíxenllo mercar aos desa casa, e non foi posible porque me pedían uns cargos que non podía pagar».

Vázquez Marey reconoce que le resulta muy difícil ocultar su entusiasmo cuando encuentra una pieza de su interés, algo que suele ser negativo para conseguirla a un precio razonable. No fue el caso del Barreiros 335 de su colección. Lo vio un día en una casa a la que acudió por motivos profesionales. El hijo del dueño percibió la atracción que sintió Vázquez por el vehículo; esa misma noche fue a visitarlo a su casa y le dijo: «Se segues querendo o tractor vai por el, canto antes, non vaia cambiar de opinión».

Tractores y máquinas en exposición permanente. Ferguson TEA 20 de gasolina; David Brown Cropmaster diesel; Zetor 25 K; Massey Ferguso 65 MK1; Barreiros R 335; Fordson Super Major; Massey Ferguson 31 (cosechadora); Alpuema (segadora-atadora); Bertolini 125; un carro gallego de vacas. Hay también todo tipo de aperos y 200 miniaturas.