Tumbas y pantalones retro en un almacén de quesos convertido en tienda «vintage»

Xosé CArreira LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

ALBERTO LÓPEZ

La Fruslería de Madame Déficit, la primera tienda de moda envejecida de Lugo

17 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

María Antonieta de Austria, reina consorte de Francia y Navarra, fue una derrochadora. Se pulía el dinero de la corte en vestidos (compraba por lo menos 300 al año), perfumes y caprichos varios. Murió decapitada. Por ser transgresora y «acabadora», como así se dice en muchas aldeas, la apodaron Madame Déficit. En su honor, le pusieron su nombre a una de las tiendas «vintage» más grandes de Galicia. Ocupa lo que fue un viejo almacén de quesos y garaje de la rúa Serra Gañidoira de Lugo. Se llama La Fruslería de Madame Déficit. Una fruslería es una cosa de poco valor o importancia. «Pero ojo, no se puede confundir con frutería. Varias personas entraron en el local preguntando: E logo, onde tedes a froita?», apunta Laura Coras que, junto a Jesús Cendán, creó el espacio.

Lo novedoso del establecimiento es una sección de arte bizarro, extravagante. Dos de los artículos llamativos que están a la venta son unas tumbas para niños de finales de los años cincuenta. En el almacén hay también más de mil pantalones de campana de los años catapún, camisas de Tergal y Terlenka, bañadores de los sesenta, vaqueros que ya no se encuentran... La sección de ropa retro de niño es amplísima y coloristas. Hay juguetes de la época del Yo fui a EGB, calzado de modelos que ya no existen, muñecos Kent del Celta y del Dépor y hasta una doña Rogelia.

ALBERTO LÓPEZ

La tienda es como un museo del pop y del recuerdo reciente. «Es el Candem londinense en Lugo», dijo la pasada semana un cliente joven que fue en busca de una «crazy jacket» original, que en su día se conocieron en España como las chaquetas yonqui.

Sección bizarra

Laura Coras advierte que todo lo que venden en el departamento bizarro es desde el «más absoluto respeto» porque, dice, su deseo es que nadie se sienta molesto por algunos artículos que, formando parte de tradiciones religiosas o creencias, están considerados como algo artístico.

Las tumbas blancas, dicen los responsables del negocio, son propias de catálogo de fotos la antigua estética mortuoria, de los tiempos en los que los fotógrafos iban a los velatorios y retrataban la escena, como si fuera una boda. Algunas de ellas acabaron colgadas en museos de arte contemporáneo. «Con los viejos féretros que tenemos, pasa algo igual. Están hechos a mano por carpinteros que luego los forraron con tela de nailon y crearon una estética única», dicen los del almacén de moda envejecida, el primero de esta línea en Lugo.

ALBERTO LÓPEZ

Laura Coras supo del cierre de una funeraria catalana que liquidó sus existencias, entre ellas los mini ataúdes nuevos de bebé y niño que ahora vende en almacén de fruslerías.

El repartidor, «a cuadros»

«Los féretros los trajo una empresa de mensajería. Cuando el repartidor entregó los bultos y le dijimos de que iba la mercancía, se quedó a cuadros», recuerda la joven empresaria. Una de las timbas «viajó» al escaparate de un pub de Lugo para ambientar la noche de Samaín.

En la sección bizarra está también la talla de una virgen de la que alguien se deshizo porque se le rompió la cabeza y se perdió. En sustitución le colocaron una máscara antigás soviética.

El «árbol de la vida», hecho con «naturaleza muerta», también destaca. A él fueron a parar animales disecados que, durante años, se exhibieron en los aparadores de muchas casas. Completan la estética varias cabezas de muñecas abandonadas en diversos lugares de Galicia. Otra sección es la de caretas y animales y monstruos con más de cincuenta colgadas de las paredes.

El escenario presenta también una tabla para hace ouija, pero al estilo enxebre: con una vieja copa de taberna de las de aguardiente y sol y sombra. La bolsa que dan con cada compra llevo un tablero de espiritismo en una de sus caras. Las tarjetas de la tienda son cartas de tarot.