El campeón de España de grafitis es de Lugo

LUGO CIUDAD

ALBERTO LÓPEZ

Muralista, no grafitero. Así es como se define Diego As que pinta desde los 7 años y que nunca encontró estímulo en dibujar fachadas. Un retrato de su abuela y su crítica a las redes sociales, le permitió obtener este galardón

17 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Diego Anido, conocido artísticamente como Diego As, es campeón de España de grafitis, tras alcanzar un empate técnico con su contrincante el vasco Nexgraf en Graffiti Battles, el certamen organizado por la Liga Nacional de Graffitis. Un reconocimiento que le llega por sorpresa, aunque no deja de ser más que merecido para este joven de Lugo al que le gusta pintar desde muy pequeño: «Me apunté para divertirme, por estar activo y me lo tomé como un pasatiempo. Y luego al llegar a la semifinal ya vi que tenía que ponerme las pilas. Si ganaba, genial y si perdía tampoco pasaba nada».

Tal fue la calidad de los dos grafiteros finalistas, que ambos se fueron con el premio debajo del brazo: «Estuvo tan ajustada la cosa que el jurado al final decidió dar un empate técnico. Y la verdad que genial para los dos», dice mientras recuerda que, para llegar allí, tuvo que superar 20 batallas. «Es como una liga de fútbol. Todas las semanas los artistas presentan sus diseños y un jurado los valora. También, el público con likes. Se obtiene una puntuación y eso se sube a una clasificación. En total, son unas 20 jornadas. Y este año decidieron sacar las batallas grafitis, que va por rondas eliminatorias combatiendo con otro grafitero del panorama nacional», explica tras obtener el galardón gracias a un retrato de su abuela. «Sí, dibujé a mi abuela y quise representar el nuevo virus like, como que la juventud está un poco perdida con esto de los likes, que le dan demasiada atención a las redes sociales y, al final, lo humano es el día a día y conversar, el tú a tú y no intentar tener más seguidores o más fama en las redes, eso es un poco la perdición», dice sobre su grafiti ganador.

Diego ya desde muy pequeño apuntaba maneras: «Me gusta el movimiento urbano. Todo empezó viendo a otros grafiteros más pioneros. Porque esto tampoco es algo que tenga mucho tiempo. Los primeros tendrán ahora cuarenta años -él tiene 32-. Yo soy de la segunda generación y me fijaba mucho en ellos. Y con siete años ya decía que quería ser pintor, siempre me gustó, desde muy pequeño», dice mientras todavía recuerda que «siempre estaba pintarrajeando libretas». Luego se formó en la Escuela Superior de Arte y Diseño Ramón Falcón de Lugo: «Allí hice grabado artístico, serigrafía, un par de años de diseño, y como ya tenía muchos encargos de muralismo, pues me decidí a darme de alta como autónomo y ya llevo varios años viviendo de esto».

 «Sí que he firmado en la calle cuando era un chavalín, pero me di cuenta de que no iba a ningún lado con eso y siempre me dediqué más al muralismo»

GANARSE LA VIDA PINTANDO

Porque sí, se puede ganar la vida pintando: «Así llevo cinco años. No es que te vayas a hacer de oro, pero se puede vivir. Tienes épocas muy fuertes, cuando te vienen todos los encargos, y luego diciembre, enero y febrero es la época más floja, como un pintor de brocha. Y ahí aprovecho más para hacer interiores y para mis encargos de cuadros, también pinto óleo, acrílico... », explica. Aunque trata de seleccionar un poco sus trabajos: «Intento coger lo que más me gusta, lo que me llena. Pero me piden encargos para particulares, negocios... Ahora estoy haciendo proyectos en fachadas de naves, concellos... un poco de todo, y también hago talleres».

Confiesa que lo de ir pintando por la calle, nunca le gustó y que al principio sus padres tenían reticencias: «Cuando empecé hace 15 años era totalmente distinto. Estaba asociado al vandalismo y era como que no querían que su hijo hiciera grafitis ni que lo tachasen de delincuente. Y sí que he firmado en la calle cuando era un chavalín, pero me di cuenta de que no iba a ningún lado con eso y siempre me dediqué más al muralismo. Lo que me gustaba era hacer dibujos, no me sentía realizado pintando la fachada de nadie. Y aunque me llamen grafitero, estoy un poco apartado de eso, porque en realidad soy muralista. Mis padres, al principio me decían eso. Y yo tenía que esconder los botes para salir de casa. Pero a día de hoy, están encantados de la vida», dice este joven que aclara que la palabra grafiti ya implica saltarse las normas. «Significa pintar ilegalmente y yo me considero muralista, no tengo nada que ver con el grafiti. Está claro que a nadie le gusta que le pinten su fachada. Pero tampoco puedo decir nada en contra de la gente que hace grafitis. Lo respeto y conozco muchísimos grafiteros», explica este lucense con un futuro prometedor.