A juicio por llamar «gilipollas», «pringao» y «clasista» al juez que lo interrogaba tras ser detenido

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

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Edificio de los juzgados de Lugo, en la Plaza de Avilés
Edificio de los juzgados de Lugo, en la Plaza de Avilés ALBERTO LÓPEZ

El magistrado del juzgado de instrucción número 3 de Lugo tuvo que acudir en calidad de testigo. El acusado cuenta con numerosos antecedentes y casos pendientes por, entre otros, delitos de maltrato

25 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El Juzgado de lo Penal Número 2 de Lugo fue, este miércoles, escenario de una de las sesiones más curiosas que se recuerdan en un largo tiempo. A las 10.40 horas, estaba citado en la sala el juez del Juzgado de Instrucción Número 3 de Lugo, Sergio Orduña. No para juzgar, ni para ser juzgado, sino como testigo. De hecho, el magistrado resultó ser la víctima principal de un supuesto delito de injurias y de otro de desórdenes públicos.

Quien no acudió al juicio, sin embargo, fue el acusado. La sesión se celebró igualmente, ya que estaban presentes todos los testigos de lo sucedido, además de la abogada del acusado, la letrada lucense Carla Campo. También fueron citados como testigos una agente de la Policía Nacional y varios funcionarios de la Administración de Justicia.

Los hechos que se juzgaban sucedieron el 19 de septiembre del año 2019, tras la llegada de un detenido al Juzgado de Guardia de Lugo, el cual resultó ser el Juzgado de Instrucción Número 3, del que es titular el magistrado Sergio Orduña. 

Cuando el arrestado accedió a la sala en la que estaba el magistrado, que pretendía tomarle declaración por un presunto delito de desobediencia, comenzó un desagradable episodio. 

Según el escrito de la Fiscalía, que pide 6 meses de cárcel y 2.100 euros de multa por un delito de desórdenes públicos y otro de injurias, el acusado «mantuvo en todo momento una actitud altiva e irrespetuosa» contra los presentes, lo que obligó al juez a ordenar que continuase su declaración con las manos esposadas. Su actitud, sin embargo, no cambió, por lo que fue expulsado de la sala.

Pasó al despacho del magistrado, donde la situación no hizo más que empeorar. Según la Fiscalía, «el acusado persistió con su actitud insolente y desafiante reiterando expresiones descalificantes dirigidas al magistrado, al que llamó 'gilipollas', 'pringao', 'clasista' o 'hijo de puta', y negándose a firmar su declaración». También dirigió varios improperios contra el Letrado de la Administración de Justicia, que estaba presente en la sala.

Estos últimos rechazaron realizar acciones legales contra el acusado, por lo que fueron citados como testigos y no como acusación. El acusado es un lucense de mediana edad, muy conocido por su gran cantidad de antecedentes penales o causas pendientes por delitos de maltrato o desobediencia.

El juez Orduña, al terminar su declaración, coincidió con el resto de testigos en que «hay que denunciar este tipo de asuntos», con el objetivo de que «se pongan líneas rojas y no se repitan estas actitudes».