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Burela subasta en tres meses más bonito que en todo el año pasado

F. Fernández REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

PEPA LOSADA

La costera se recupera con 867 toneladas vendidas y 3,9 millones facturados

03 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La flota gallega se sumergió en junio en la costera del bonito con un pesimismo inédito en los últimos años. Tanto que se animaron pocos barcos. Por ejemplo, de Burela zarparon seis, cuando los habituales eran entre quince y veinte. Los demás tiraron la toalla, recuerda Miguel Neira, presidente de la asociación de armadores del principal puerto bonitero gallego.

Y es que los pesqueros no daban un duro por la campaña de este verano. Porque el sector venía de un 2016 nefasto, con pocas capturas para la flota de cacea, la gallega, que, al contrario que la vasca, de cebo vivo, obtuvo menos capturas que nunca, hasta el punto de que muchos gallegos abandonaron en agosto una campaña que acostumbra a prolongarse hasta octubre. De los 16 barcos de Burela que empezaron, solo continuaron siete.

Para más inri, por primera vez en la historia, España cerró la pesquería a finales de septiembre porque se había agotado la cuota nacional. Situación que podría repetirse este año, aunque Neira no sabe cómo van los consumos.

También contribuyó a ese pesimismo la cada vez más frecuente y numerosa presencia de arrastreros pelágicos galos e irlandeses, con los que resulta difícil convivir. «Isto tamén desanimou moito á flota de aquí», reconoce Neira.

Con todos estos lastres en la mochila, la costera arrancó y junio confirmó los peores augurios. «Foi moi malo, e xullo empezou floxo», describe el presidente de los armadores de Burela. Pero mediado julio, el panorama se despejó y relumbró en agosto. La campaña se recuperó. Porque este verano los cardúmenes de bonito se concentraron, y en abundancia, en el golfo de Vizcaya, cerca de la costa cantábrica.

Suspiros de alivio

De esta manera, el balance de la costera durante los tres primeros meses es mejor de lo esperado, sobre todo si se mira hacia el 2016, aunque tampoco para lanzar cohetes, resume Neira. Así, de acuerdo con los datos facilitados por el presidente de la asociación que gestiona la primera lonja de bonito de Galicia, entre junio y agosto se subastaron 867 toneladas de la especie (468 solo en agosto), una cifra que supera a la de todo el 2016, con 818 toneladas. «E aínda queda setembro e outubro», añadió.

Mientras, el volumen de negocio suma hasta el momento 3,9 millones. El precio medio al que se vendió el kilo fue de 4,50 euros.

Durante esos mismos tres meses del año pasado se subastaron 689 toneladas y se ingresaron 2,8 millones. En ambos casos, la caída con respecto al mismo período del 2015 fue del 40 %. Y, en comparación con el promedio de los últimos diez años, el desplome en el verano del 2016 fue también espectacular: un 44 %, los ingresos y un 50 %, las capturas.

Miguel Neira precisó que este verano unos cuarenta barcos del resto de puertos del Cantábrico subastaron sus capturas de bonito en Burela. De momento, ningún pelágico galo o irlandés lo ha hecho.

Esos datos son mejores de lo esperado, pero «non é unha costeira como a que nos gustaría a nosoutros, non son bos números para este porto porque hai poucas unidades na costeira», aclara el presidente de los armadores. 

La alargada sombra de los arrastreros pelágicos galos e irlandeses

Decenas de barcos de arrastre pelágico de Irlanda y Francia faenan por la costa cantábrica en busca del preciado bonito. Utilizan para ello un arte de pesca nada selectivo, vetado para la flota española, que solo puede usar técnicas artesanales que capturan los ejemplares casi uno a uno. Pero, paradójicamente, su trabajo es legal. Claro que para ello solo pueden operar más allá de las doce millas. Si lo hicieran más cerca infringirían la normativa española. Los arrastreros pelágicos se cuidan muy mucho de respetar ese límite, pero eso no quita para que los pesqueros gallegos que participan en la costera estén más que molestos. Porque no acaban de entender que la flota comunitaria no se rija por las mismas condiciones de faena y que tengan que competir unos países con otros.

Miguel Neira explicó que existe una preocupación importante por la presencia de esa flota, que lo único que busca es obtener la máxima rentabilidad aun dañando no solo el stock, sino todo lo que encuentran en sus nada selectivas redes.

Tampoco gusta nada el modus operandi de esos barcos. Espían a los españoles y cuando estos localizan los cardúmenes de bonito, aguardan a que caiga la noche para ir a por ellos. Al día siguiente, no queda nada.

El año pasado, algunos de esos arrastreros pelágicos fueron sorprendidos descargando en A Coruña especies para los que no tenían permiso, como atunes rojos, e inspectores del ministerio les abrieron expedientes infractores. La Secretaría General de Pesca anunció recientemente que ha enviado un avión y un helicóptero para seguir de cerca sus evoluciones.