Mucho tempo a la defensiva

Venancio Salcines. Profesor de la UDC

MERCADOS

06 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Demasiado tiempo a la defensiva. ¿El campo? Preservarlo ¿El naval? Protegerlo ¿El empleo? Evitar su destrucción. Así construimos los ejes de nuestras políticas económicas, a la defensiva. Y quizás por eso nos quedamos planos de ideas, y es en que este mapa mental poco hay que pensar, solo en ayudas y más ayudas públicas. La política económica, en un mundo a la defensiva, es realmente política presupuestaria. Recaudar para que nada cambie. Si hay incrementos en la recaudación, todos felices, Si no, el país se resquebraja por la ausencia del dinero público que lo suelda.

Creer en una Galicia capaz de ser protagonista del futuro, puerta de dos continentes. Dirán que es imposible. Pues piensen en Israel, en Singapur o en Finlandia, como tres ejemplos de que no es necesario ni ser grande ni ser céntrico para tener futuro. Realmente, lo único grande que necesitamos es el pensamiento, pero este no se construye sin cuestionar el presente. Por eso, me generó simpatía el proyecto de transporte de pasajeros de la conselleira Ethel Vázquez, o por eso me genera igual de simpatía la Ley de Implantación Empresarial que defenderá Francisco Conde en el Parlamento a la vuelta de verano. Alguien dirá que esto es un abrir de boca, y estaré de acuerdo, pero también algunos pensarán que estamos ante un cambio de registro mental en la política económica de la Xunta, y en ese caso volveré a estar de acuerdo. El presidente Feijoo está asumiendo riesgos. La ley de Conde es uno de ellos. Todos tenemos claro que se está redactando tanto para convertirnos en polo de atracción como para evitar la deslocalización a la vecina Portugal. Por cierto, ¡cómo se han puesto las pilas nuestros vecinos! Envidia sana. Pero creo que también todos tenemos claro que el poder autonómico no tiene capacidad legislativa suficiente, es decir, necesitamos que en Madrid se tomen determinadas medidas, o eso, o la autonomía de Galicia estará sola ante un Portugal que actúa con la legitimidad que le supone ser un Estado ¿Qué vamos a hacer? Yo, ponerme del lado de Conde. Seré preciso, ponerme detrás del espíritu de este proyecto de ley, centrado en abaratar el suelo industrial, reducir la burocracia y rebajar la fiscalidad a la inversión empresarial. Estos ejes tenemos que cuidarlos, y si mañana los defienden Ana Pontón o Xoaquín Leiceaga, allí estaré.

Estamos hablando de país y estamos hablando de que sin la ayuda del Ministerio de Fomento no tendremos la misma fuerza en suelo industrial, que si no nos apoya Administraciones Públicas nunca podremos sacudirnos de encima una buena parte de la burocracia generada por los procedimientos generales de la administración, o que si Montoro sigue obsesionado con la recaudación vamos a terminar creyendo que es un agente enemigo a sueldo de Portugal.

Estamos hablando de abandonar posturas defensivas, y convencernos, de una vez por todas, de que el destino lo construimos nosotros y no la Santa Compaña. Pero no olvidemos que somos una parte de un Estado, por tanto, nuestra política económica ha de mantener tres niveles de diálogo, con inversores internacionales, con los agentes económicos de Galicia y con Madrid. Y para que ese dialogo sea coherente en el tiempo necesitamos mantenerlo, conjugarlo, usarlo en positivo para construir un relatorio, que aislado de la iniciativa partidista, se construya como una hoja de ruta colectiva. Esta ley bien podría escribir algunos párrafos de ese relatorio económico de país, que así sea.