Formación exprés, una revolución educativa en la era de la «post-titulitis»

María Cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

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Los cursos gratuitos «on line» son una herramienta interesante para el reciclaje profesional y para completar la formación reglada presencial; las empresas valoran cada vez más el saber hacer, no el número de títulos

13 ago 2017 . Actualizado a las 16:15 h.

Nacieron en instituciones académicas de prestigio como Stanford, Harvard o el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) como un instrumento de aprendizaje colaborativo, pero en cinco años han revolucionado el modelo educativo. Los Massive Online Open Courses (MOOC) -cursos gratuitos on line- no solo forman parte de la oferta de universidades de todo el mundo o de empresas como Microsoft, Fundación Telefónica o Google, también se han convertido en una herramienta interesante para el reciclaje profesional y para completar, o focalizar, la formación obtenida mediante estudios reglados presenciales. La oferta, ideal por ejemplo para afrontar unas vacaciones con tiempo libre y ganas de alimentar el intelecto, es tan amplia que hay que buscar bien para hallar aquellos que realmente se ajustan a lo que cada uno necesita. Porque el océano es tan grande, que el alumno puede acabar perdiendo el rumbo.

En Galicia, de momento, solo la Universidade de Vigo los ofrece. Lo hace desde hace unos tres años a través del Campus do Mar. Aunque no está unido al consorcio EdX (una de las principales plataformas a nivel mundial), usan su software para ofrecer la formación. La Universidade de Santiago está interesada, pero fuentes de la institución explicaron que el retraso en su puesta en marcha se debe a un problema técnico.

Los que completan estos seminarios -la tasa de abandono ronda el 90 % debido quizá a su gratuidad- únicamente deben ponerse en guardia para no dejarse arrastrar por el virus de la titulitis. Sobre todo porque, como apunta el gerente de la Asociación de Emprendedores de Galicia (Ascega), Manuel Dafonte, «lo que importa realmente es la competencia real del trabajador. Todo lo que sea engorde de currículo no va a ser tan determinante como la demostración efectiva de que sabes hacer algo».

Habla de los MOOC con conocimiento de causa. «Tengo la experiencia personal de haber hecho alguno por curiosidad. Me interesaron los asuntos de los que trataban y también quería ver qué podían aportar en campos en los que me muevo. No fue por engordar el currículo, fue por aprender. Hay algo que ahora valoran mucho las compañías. Es la capacidad de aportar valor por la experiencia. Esa es la clave», dice.

En esa misma línea, la responsable de Formación y Desarrollo del grupo Adecco, Natalia Iglesias, apunta que «hemos pecado bastante de querer acumular títulos, másteres..., pero ahora lo que más están valorando las empresas es saber hacer». Aunque las cosas están cambiando, «aquí en España aún hay que dar un paso más para llegar a lo que están haciendo países como Alemania, donde lo que importa realmente es qué sabes hacer, independientemente de que tengas un documento que lo acredite. Por ejemplo, poder programar, no que tengas el título de programador».

Coste del certificado

Ahí es donde pueden resultar interesantes estos cursos gratuitos. La mayoría cobran una tasa por la certificación que muestra que se ha superado. El coste depende del asunto que trate, de la institución académica que esté detrás o de los profesores que lo den. Por ejemplo, un certificado de un curso de Harvard puede rondar los 100 dólares; del MIT, unos 49; de la Universidad de Valencia, 50. El abono no es necesario para ver las clases o acceder a los materiales de los que hablan los tutores del seminario. Su duración es muy variable. Los hay que solo duran unos días. Otros varios meses. El tiempo de dedicación semanal recomendado varía entre las dos o tres horas.

En Vigo, los certificados son gratuitos porque, como apunta el vicerrector de Extensión Universitaria y Relacións Internacionais, Manuel Fernández Iglesias, «somos una institución pública y, por ello, queremos que no haya que pagar».

completar formación

Defensora de la formación tradicional en el aula, Natalia Iglesias reconoce «que estos cursos están fenomenal como instrumentos de autoformación. Actualmente no tenemos suficiente tiempo para aprender cosas nuevas. Con los MOOC podemos hacerlo en cualquier horario; además son gratuitos». No solo hace referencia a trabajadores que quieren reciclar su saber, también cree que son una buena herramienta para «muchos jóvenes que salen de la universidad, pero no están preparados para desarrollar competencias en una empresa». Con todo, añade que en España es frecuente que las empresas desarrollen sus propios cursos.

Completar su formación de acuerdo al perfil laboral es lo que motivó a Daniel Biz, un joven graduado en Comunicación Audiovisual de 27 años de A Coruña, a anotarse en un MOOC sobre redacción de contenidos que ofertaba la Universidad de Navarra a través de la plataforma Miríada X. «Me apunté junto con un compañero. Al hacerlo juntos nos motivamos más. Valió la pena porque es un complemento para nuestro perfil y como era una actividad que requería trabajar un poco cada semana lo sacamos adelante. La verdad es que ahora aplico cosas que aprendí en el curso», cuenta.

La aplicación práctica de los cursos ofertados es el leit motiv de los que ofrece la Universidade de Vigo. «Aunque el nombre de MOOC alude a una formación dirigida a una multitud, lo que pretendemos aquí es dirigirlos a un público muy concreto. La idea es enfocarlos al reciclaje y a una formación práctica. Los seminarios versan sobre campos donde somos competitivos en el entorno internacional», explica Manuel Fernández Iglesias. En este sentido, pone como ejemplo un curso sobre balneoterapia: «Aquellos que acaben tienen la alternativa de hacer prácticas en un balneario», dice. Y no hay que pagar. Al menos de momento.

Esta es una relación de las principales plataformas que ofrecen Mooc:

1 COURSERA. Fundada por dos profesores de Stanford en el 2012, ofrece en torno a 2.000 cursos de más de 180 especialidades. A ella están unidas 149 instituciones académicas. La usan 25 millones de estudiantes.

2 EdX. Fueron el MIT y Harvard quienes echaron a andar esta plataforma a la que ahora están adheridas unas 90 instituciones (universidades y grandes corporaciones). Tiene web en español.

3 Miríada X. Promovida por Telefónica y el Banco Santander, comenzó en el 2013. Ofrecen cursos de unas 80 instituciones educativas. Entre ellas, la UOC. Tiene más de un millón de inscritos.

4 Udacity. Fundada por Sebastián Thurn, tiene unos 400.000 usuarios registrados. Los cursos que oferta son en inglés. Cuenta con el apoyo de IBM, Google, Mercedes Benz, Amazon o AT&T, entre otros.

5 Unimooc. Promovida por el Instituto de Economía Internacional de la Universidad de Alicante, fue la primera plataforma de cursos sobre emprendimiento en español. Tiene el respaldo del Santander, Universia o Google.

 

Crear una base de talentos, una vía hacia la rentabilidad

La revolución protagonizada en todo el mundo por los cursos gratuitos on line tiene un secreto: su gratuidad. La pregunta es hasta cuándo podrán las entidades que los promueven mantener ese altruismo. No porque no obtengan fondos de las certificaciones que expiden o porque no haya inversores que no confíen en ellas, más bien porque mantener el modelo requiere un elevado gasto en informáticos o profesores. Un estudio realizado por la Universidad A&M de Texas estimaba que el coste estimado de un curso (desarrollo más mantenimiento) puede variar de los 150.000 a los 200.000 dólares.

De ahí que hay plataformas que han comenzado a plantear otro tipo de vías de negocio para lograr una mayor rentabilidad. La pionera Udacity ha dado una idea. Crear una base de talentos con aquellos alumnos con mayor potencial a la que tendrían acceso las empresas de todo el mundo a cambio de un peaje. Cada contratación supondría también el pago de un canon a la plataforma que encontró el talento.

Otra alternativa es que esos cursos sean una vía de entrada de alumnos a los grados tradicionales. Es decir, hacer un seminario exprés sería como probar una muestra de perfume antes de comprar el frasco entero.

Inversión inicial

Más allá de todas estas nuevas vías alternativas, las plataformas nacieron apoyadas por una inversión inicial que, en el caso de EdX, fue de 60 millones de dólares.

A ello habría que añadir lo que recaudan con cada curso. Basta hacer cuentas para ver las cantidades que pueden llegar a embolsarse. Un curso que llegue a los 150.000 alumnos (en torno al 10 % llegan al final) y cobre unos 50 dólares por documento acreditativo, supone un ingreso de 750.000 dólares. Entonces, ¿son rentables o no?