El gran terremoto del sector cárnico

PATRICIA BAELO

MERCADOS

FRIEDEMANN VOGEL

Después de varios brotes del virus en mataderos, el Gobierno de Merkel ha prohibido las subcontratas y ha endurecido los controles en los alojamientos colectivos de las fábricas

05 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En Alemania, últimamente, solo se escucha un nombre: Tönnies. Así se llama la empresa de productos cárnicos que ha saltado a la primera plana internacional, desde que se registrara un brote de coronavirus en uno de sus mataderos que ha dejado al menos 1.550 infectados. Un episodio que ha obligado a las autoridades del estado federado de Renania del Norte-Westfalia, situado en el oeste del país, a volver confinar a dos distritos enteros de la zona, además de haber generado un debate. Los expertos coinciden en que la humedad y las bajas temperaturas, que tienen como finalidad mantener la carne en buen estado, pueden favorecer la propagación del virus. «Usan métodos de ventilación basados en la recirculación. Reducen la temperatura hasta los entre 6 y 10 grados centígrados, pero sin emplear aire de fuera», explica Stefan Plücker. Su compañía fabrica e instala sistemas de ventilación en centrales cárnicas. Con todo, el técnico cree que se trata de un factor añadido. Lo mismo opinan los epidemiólogos, que consideran que el principal detonante de los brotes en los mataderos son las condiciones laborales, que impiden que se respete el distanciamiento.

La pandemia de covid-19 ha sacado a la luz las miserias de uno de los sectores más precarios del país, sostenido por los trabajadores temporales, en su mayoría inmigrantes del este de Europa, que a través de subcontratas llevan a cabo intensos turnos de hasta 16 horas, para después alojarse hacinados en espacios pequeños y carentes de higiene. En las fábricas de carne de Alemania trabajaban a finales de septiembre de 2019 unos 22.400 rumanos, 8.300 polacos, 3.300 húngaros y 2.500 búlgaros. Todos ellos cobran varios cientos de euros mensuales menos que los 84.500 alemanes que se dedican a ese sector a tiempo completo, según datos oficiales.

«Los temporeros deben ser tratados igual que el resto», ha exigido el comisario europeo de Trabajo y Asuntos Sociales Nicolas Schmit, en declaraciones al semanario Der Spiegel. Después de que varios países de la UE denunciaran a la industria cárnica germana por violar las leyes de competencia, Schmit amenaza con la posibilidad de abrirle un expediente a la locomotora si no cumple la premisa de mismo salario por misma labor. «La discriminación de temporeros no solo ocurre en Alemania, sino también en otros estados, como Holanda o los del sur de Europa», subraya el comisario, decidido a impulsar una homologación de criterios en la UE. La presión, dentro y fuera de las fronteras alemanas, ha hecho que Tönnies y otros dos grandes consorcios, Westfleisch y PHW, se comprometieran a crear espacios suficientes y adecuados para el alojamiento de sus empleados y llevar un recuento digital de sus horas laborales. También ha tenido que actuar el Gobierno, que anunció que prohibirá los subcontratas. A partir del 1 de enero de 2021 el sacrificio de animales y el proceso de transformación de la carne solo podrán realizarlo empleados de la empresa, «algo jurídicamente ambicioso pero factible», afirmó el ministro de Trabajo, Hubertus Heil.