Europa busca un modelo para disponer de su propia cadena de suministro

MERCADOS

María Pedreda

La pandemia puso en evidencia las limitaciones que supone depender de una única región para abastecerse. Cada país asumirá lo que pondrá a disposición de los socios

14 sep 2020 . Actualizado a las 09:22 h.

La pandemia ha puesto en evidencia muchas carencias. Dejará un saldo de fallecidos en todo el mundo que la comunidad internacional jamás hubiese imaginado en tiempos de paz. Sus consecuencias causarán impacto en todos los órdenes y generarán cambios políticos, económicos, sociales y hábitos de consumo que derivarán en una nueva reordenación de las relaciones comerciales y productivas.

Los efectos de la crisis sanitaria han echo saltar las alarmas en todos los ámbitos. Con repercusiones directas para los ciudadanos por las dificultades añadidas que los problemas de aprovisionamiento ocasionaron en el sistema de salud. Ese fue uno, pero hubo más. La tensión de la pandemia se agravó por las dificultades añadidas que trajo consigo la presión en las cadenas de suministro. El desabastecimiento de productos esenciales en los momentos más críticos no resultó fácil de gestionar. Partidas de mascarillas y equipamiento sanitario sin certificar, imposibilidad de adquirir material médico para los hospitales, profesionales de la salud expuestos al contagio por falta de medios advirtió de la imperiosa necesidad de proveerse de material específico para luchar contra el virus. A las limitaciones de material sanitario se añadieron, con el confinamiento, otras. La industria alimentaria -ha sido llamativo el desabastecimiento en los lineales de los supermercados el papel higiénico o la harina-, de componentes y la manufactura, el sector terciario en general, fueron por este orden los otros damnificadas de esta crisis. 

Los efectos son dramáticos cuando no está acreditada la credibilidad de terceros y estos se encuentran localizados a grandes distancias del mercado principal al que suministran. La pandemia constató la dificultad de conocer quiénes forman parte de las cadenas de producción en un mercado globalizado como el actual, que concentra el grueso de su producción en una región, el entorno de China, precisamente donde se originó la epidemia. Todos los países se vieron afectados en materia de aprovisionamiento, pero España el que más, según las conclusiones del informe Las cadenas de suministro en la próxima pandemia elaborado por los expertos Marcelo Leporati, Luis Martul y Manuel Morales de la EAE Business School. Lo fue junto a Italia, Reino Unido, Rusia y Estados Unidos. Hasta el 43 % de las empresas carecían, a la par que se extendía el virus sin conocer fronteras, de un plan de contingencia capaz de hacer frente a la interrupción de los eslabones que sirven de enlace entre los distintos niveles de proveedores.

Límites a la actividad

Y no solo eso, en el caso español, estas disrupciones se traducen en un impacto económico que representa un retroceso del PIB del orden de un 3 %. «Esto se debe a la configuración de nuestras cadenas de suministro, pero también a unas medidas de cuarentena muy restrictivas de la actividad económica adoptadas por el Gobierno, que han limitado casi toda la actividad de los sectores secundario y terciario y que supondrán la pérdida de muchos empleos», sostienen los autores del informe.

No ha sido así en otros países, como Alemania o Corea, que han evitado la paralización total de la actividad con lo que los efectos han sido diferentes. «Las medidas de confinamiento impuestas sin ningún tipo de coordinación internacional en algunos países, improvisadas y con un retraso importante en la toma de decisiones, no ha tenido el resultado esperado en la salud pública y ha roto las cadenas de suministro, en algunos casos, de una forma irreparable», apuntan los expertos.

Las medidas extraordinarias para limitar la intensidad del virus han cambiado, además, la manera de consumir de los ciudadanos casi de un día para otro. La variación en la demanda durante las semanas en las que la mayoría de la población ha permanecido encerrada en sus domicilios alcanzó el 40 %. «Ninguna cadena de suministro, en ninguna parte del mundo y en ningún sector, por estable que sea, está preparada para absorber semejante pico de demanda de la noche a la mañana ya que no existe disponibilidad de mano de obra, equipos, máquinas, materias primas ni capacidad productiva para un cambio tan abrupto», se asegura en el informe de la EAE Business School. El sobrealmacenamiento generado por esta situación en los hogares, cuando todo vuelva a la normalidad, «puede derivar en grandes cantidades de inventario, una consecuente reducción de la producción y, por lo tanto, una potencial caída del empleo».

La pregunta que se hacen los analistas es cómo reorganizarse de nuevo y evitar que futuros episodios sobrevenidos desemboquen en el caos. Desde luego implantar un sistema que evite en el futuro condicionar la producción en una sola región del mundo. La UE debe liderar su propio proyecto. Cualquier solución que se tome para cuestiones que son tan críticas tiene que ser consensuada entre los miembros de la UE. Determinar quién, cómo y cuándo tiene qué cosas. Es cierto que carece de sentido que todos los países fabriquen, por ejemplo, mascarillas. «La idea es la de compartir, la de tomar decisiones conjuntas para ser más eficientes. Cada país deberá asumir qué le corresponde poner a disposición de los demás socios», afirman los autores del estudio.

Galicia

Como país eminentemente de servicios, España está en condiciones de mostrar sus otras capacidades. «Tiene muchas fortalezas, muchas qué puede producir; por ejemplo todas las inversiones que se realizan en la industria del conocimiento. Porque seamos un país de servicios no significa que no podamos hacer otras cosas», añaden los técnicos del informe. Requiere de un análisis conjunto en la UE que determine quién hace qué cosas. «España está capacitado para hacer lo que quiera hacer». Y para el caso de Galicia lo tienen claro: «Es la casa de la industria textil más grande del mundo, tenemos capacidad de crear lo que nos propongamos», ratifican.

Recuperar el control

La necesidad de recuperar el mando de la producción se debe sobre todos a que, según el informe de EAE, hay cuatro tipos de industrias -electrónica de consumo y semiconductores, automotriz y maquinaria, equipos médicos y productos de consumo- que tienen el 80 % de sus instalaciones en la zona de cuarentena de Hubei; 12.000 instalaciones entre centros de manufactura, almacenes, centro de distribución, etc. Esta concentración geográfica es el resultado de tres o cuatro décadas de desarrollo de clústeres en el gigante asiático. Una polarización que, a la vista de lo acontecido, al menos se va a transformar. Las compañías llevaban tiempo evaluando la opción de acercar la fabricación cerca de los centros de decisión, de sus mercados. La pandemia lo que ha hecho ha sido acelerar los cambios en las estrategias de globalización de las empresas sobre la localización de sus centros productivos.

Todos los análisis que se han hecho hasta ahora sobre las repercusiones que la crisis sanitaria ha tenido en las cadenas de suministro coinciden en sus conclusiones.

Países y empresas deben puntear y controlar cada uno de los eslabones para recuperar el clima de confianza, identificando a los agentes más fuertes y mas débiles de la cadena. A la vista de que en los meses más duros de la crisis cuestiones como la deslealtad e incluso la ilegalidad de ciertas acciones pusieron en evidencia la efectividad de muchos suministros, los técnicos aconsejan que se incida en la responsabilidad social como garantía en toda la secuencia de proveedores.

Diversificar fuentes de abastecimiento, producción y distribución tanto geográfica como cultural, política, demográfica y tecnológica es otro de los preceptos a tener en cuenta de cara al futuro, al tiempo que se apuesta por crear planes de contingencia y de continuidad de negocio. No

significa que países y empresas estén preparados para eventualidades de la envergadura de la ocurrida, pero sí que dispongan de unas directrices básicas que les ayuden a superar acontecimientos similares sin que las consecuencias sociales y económicas resulten tan trágicas.

Marcelo Leporati

«Mitad de las empresas carecían de un plan de contingencia» 

El terremoto y tsunami de Japón del 2011, y antes el virus del SARS en el 2002, habían puesto sobreaviso a la comunidad internacional de las consecuencias que este tipo de acontecimientos pueden causar en todos los ámbitos. El profesor Marcelo Leporati, coautor del informe sobre el impacto que la pandemia ha originado en las cadenas de suministros, sostiene que «lo ocurrido no puede volver a pasar en un mundo en el que tenemos mucha información con más datos y los datos están para ser utilizados y planificar mejor con planes de contingencia que nos permitan mitigar los riesgos».

-¿Porqué España se ha visto especialmente perjudicada por esta situación?

-Por varias razones. Muchas. No es la primera vez que pasa, ha ocurrido en otras ocasiones. Pero ha tenido mayor impacto ahora porque ha llegado al día a día de los ciudadanos. El SARS, en el 2002, marcó el inicio. El terremoto de Japón, con el tsunami, sí afecto a las cadenas de suministros de componentes electrónicos que provocó que quien comprase un coche ese año no lo tendría por esa causa. Pero entonces fue puntual. Esto venía pasando y lo que nos hemos dado cuenta con la pandemia es que no había mecanismos de las empresas para prever las disrupciones a mayor escala. La producción se concentra solo en una región, el área de China, pero también los proveedores en todos sus niveles y en muchos casos son los mismos para los competidores que hay en la industria.

-Tuvo que enfrentarse incluso con sus socios europeos para hacer frente a las necesidades en materia sanitaria.

-La industria de la salud no tiene una referencia en el continente. Por ejemplo, las mascarillas. Los fabricantes estaban precisamente en el país donde se origina la pandemia. Ahí empezó una guerra para abastecerse. Las compañías han tomado la decisión de producir lejos basado en los costes, sin darle importancia a los riesgos. El material sanitario es crítico ante una pandemia y no puede estar todo el mundo pendiente de una sola región. Debe haber planes de contingencia que nos permitan que determinados materiales se abastezcan de distintas fuentes. No quiere decir que ahora España se ponga a fabricar mascarillas. Debe establecerse un acuerdo en la UE de quien va a fabricarlo, cómo se va a repartir y establecer cuotas en el caso de necesidad.

-¿Qué ámbitos de la industria se consideran esenciales para hacer una reorganización de este tipo? ¿Qué otros sectores se consideran esenciales?

-Todos los sectores son fundamentales. Hay unos más críticos que otros. Pero en todos se debe mapear la cadena de suministros, quién es el proveedor de qué cosas. Identificar los puntos sensibles para diversificarlos y suministrarse desde regiones diferentes. Es esencial, además, diseñar planes de contingencia sobre cómo actuar ante circunstancias como la pandemia. Es que casi la mitad de las empresas no tenían planes de contingencia ante un corte en el aprovisionamiento. Esto no puede volver a pasar. Hay que disponer de mecanismos de contención.

-Grandes compañías, como Inditex, con experiencia logística, disponibilidad y conocimiento del mercado, ha paliado en cierto modo esta crisis.

-Ha sido público la colaboración de Amancio Ortega con el país y poniendo su sistema logístico a disposición de todos los ciudadanos. La función de estas empresas es vital porque al final acaban salvando vidas y es bueno tener y contar con este tipo de empresarios que tienen esta conciencia social de la responsabilidad que tienen, lo grandes que son y el impacto que tienen en la sociedad.

-En el caso de España, hasta que punto estas disrupciones influyen en el PIB?

-Todos los países de la UE están afectados, pero unos más que otros. El premio grande se lo lleva España; hubo una cuarentena larga y nuestro componente de país de servicios es mayor. Estas dos razones han llevado a que el impacto en el PIB sea más alto. Cada país es un mundo, por su marco legal, costumbres, etc. Hay distintas formas de hacerlo y generan impactos en la economía.