Llenar el ropero con prendas de alquiler

MERCADOS

Santi M. Amil

La compra de ropa para usar durante unos días y después cedérsela a otro consumidor es una tendencia que está en pleno auge en España

06 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los expertos en la materia llevaban un tiempo advirtiendo del importante cambio al que se tendría que enfrentar la industria textil en los próximos años. Las nuevas formas de consumir han llegado también al mundo de la moda. Y lo han hecho para quedarse. Algunos sectores como el del automóvil aceptaron hace tiempo las nuevas modalidades como el leasing o el renting y los negocios más tradicionales conviven con estas formas de consumo con total normalidad. Los nuevos tiempos marcan la pauta. La preferencia por disfrutar en lugar de poseer empieza a extenderse entre la población mundial y el alquiler está logrando conquistar sectores que hasta ahora parecían completamente ajenos a esta forma de consumo.

El impulso definitivo ha venido de la mano de la concienciación que está calando entre las esferas más jóvenes de la sociedad. La preocupación por la sostenibilidad y la percepción de que el consumo excesivo tiene un coste muy elevado para el planeta en el que vivimos han conseguido colocar al alquiler de prendas como una de las fórmulas con mayor crecimiento en los últimos meses. Los consumidores no quieren renunciar a vestir sus armarios con las últimas novedades. Tampoco quieren dejar de llevar sobre su cuerpo prendas diferentes. Y, sobre todo, aspiran a no hacer sufrir a sus bolsillos de manera excesiva. «En España, están surgiendo propuestas de suscripción para alquilar ropa de manera periódica en vez de comprarla. Una opción muy interesante para prendas que quizá solo se usen durante un tiempo limitado, como sucede con la ropa para niños, para embarazadas o incluso para quien quiera probar la calidad de ciertas marcas antes de comprarlas», explican los expertos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

Según resumen desde esta asociación, también se está extendiendo de forma importante el uso del alquiler de ropa para uso ocasional. O lo que es lo mismo, conjuntos pensados para fiestas y ceremonias que no merece la pena comprar para utilizar un solo día.

Un negocio millonario

El retail mira ya con cierto temor a esta moda. Las cifras que mueve cada año en Estados Unidos aumentan los miedos. Porque al otro lado del charco, donde las tendencias se fraguan un poco antes que en nuestro país, el alquiler de ropa genera 1.000 millones de dólares. Y los números solo apuntan hacia arriba. Porque los expertos de la firma investigadora de mercados GlobalData esperan que esa suma llegue a los 2.500 millones en el año 2023.

Algunas enseñas han adoptado en sus estrategias la máxima de «si no puedes con ellos, únete». H&M ha sido una de las primeras. Hace ya un tiempo que decidió lanzar una prueba piloto en una de sus tiendas de Estocolmo, donde permitía a los clientes pagar una cantidad al mes (unos 33 euros) para alquilar tres prendas diferentes cada semana. Ahora, en su afán por experimentar con el mercado, ha ido un paso más allá. En las próximas semanas, la cadena sueca lanzará en Reino Unido y en Estados Unidos un servicio que permite disponer de un traje de hombre de forma gratuita durante 24 horas. Aseguran que con esta iniciativa pretenden poner su pequeño granito de arena y lograr que sus clientes en situación de desempleo tengan los medios necesarios para poder causar una buena impresión en una entrevista de trabajo. Pero detrás de este tipo de estrategias hay mucho afán por testar cómo reacciona el mercado a esto de compartir las camisas con auténticos desconocidos.

H&M no es el primero ni el único. De hecho, el mercado está lleno de pequeñas empresas que ofrecen toda clase de prendas para disfrutar por días o incluso por horas. Desde ropa pensada para el día a día hasta artículos para ocasiones especiales.

¿Es sostenible?

Los defensores de esta forma de consumo sustentan parte de sus argumentos en la sostenibilidad. Pero no es oro todo lo que reluce. Según aseguran desde la OCU, estas opciones prometen ser más sostenibles al evitar la producción de nuevas prendas. Sin embargo, la alternativa nunca logrará ser todo lo eficiente que promete si los ciudadanos no se alejan del consumismo exacerbado en el que viven instalados: «Desde un punto de vista ecológico tampoco son la panacea si solo cambian el ir de compras por alquilar ropa nueva cada mes perpetuando la cultura del híper consumo textil», alertan desde la organización de consumidores.

También aseguran los expertos de esta asociación que hay estudios que señalan que el alquiler de prendas no reduce la presión sobre los recursos naturales, sino que, simplemente, consigue democratizar el lujo haciendo posible que los consumidores accedamos a prendas de mejor calidad pagando un poco menos que si simplemente las compráramos: «Estas opciones incluso pueden contribuir a un efecto rebote al usar un mayor número de prendas aprovechando que nos cuestan menos», resumen. Y hay más cuestiones a tener en cuenta. Porque añaden desde la OCU que los productos destinados al alquiler deben tener un ecodiseño que los haga más duraderos para reducir su obsolescencia prematura: «Si no, en cuanto no estén ‘como nuevos’, se convertirán en otro residuo más. La solución es que tengan un diseño de calidad destinado a durar y una reutilización circular al final de su ciclo de alquiler». Lo que está claro es que, tendencias que parecían imposibles de aceptar hace no mucho tiempo, han venido para quedarse.