Precisamente, hoy, con toda la emoción encima, su hija Yoya recordaba lo mucho que se preocupaba por todos y cada uno de ellos. Con añoranza, contaba que a su padre no le gustó cuando dio el paso de meterse en política. Le dijo que era demasiado sincera y que iba a sufrir. Señala ella que razón no le faltaba y, con tanta pena como agradecimiento por los años compartidos, explica que su progenitor era su figura de referencia, la persona con la que consultaba cada una de sus decisiones «aunque luego a veces le hiciese caso y otras no».
Madridista hasta la médula, vivió con pasión la victoria de su equipo ante el Barça hace solo dos días. Estaba contento con la victoria. Poco después, rodeado de los suyos, como a él siempre le gustaba estar, falleció.