Un cirujano de Pontevedra apasionado del quirófano y enamorado de su familia

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

OBITUARIOS

Juan Ramón Blanco, hace ya unos años, observando a su nieta Carmen.
Juan Ramón Blanco, hace ya unos años, observando a su nieta Carmen. Cedida por Yoya Blanco

Juan Ramón Blanco Fernández, padre de la concejala socialista Yoya Blanco y conocido médico, falleció a los 81 años

14 ene 2022 . Actualizado a las 11:50 h.

La familia Blanco Rial despide hoy, en Pontevedra, a su capitán. Murió, a los 81 años de edad, Juan Ramón Blanco Fernández (Valladolid, 1940) que, más allá de un conocido y reconocido médico pontevedrés ya jubilado, era también el marido inseparable de María del Carmen y el padrazo al que siempre quisieron con locura sus hijos Yoya (concejala del PSOE en el Concello de Pontevedra), Fátima y Juan.

José Ramón nació, en plena posguerra, en tierras castellanas. Pero siempre se sintió de Vigo, donde creció, y de Pontevedra, donde se casó con Mari Carmen y formaron una familia numerosa. A su padre, de profesión ingeniero, un destino laboral lo llevó a Vigo, de ahí que él creciese en la ciudad olívica. 

Se marchó a Santiago con el sueño de estudiar la carrera de Medicina. Y salió de la facultad convertido en un médico entusiasta. Recuerda su hija Yoya que le encantaba operar y que, tras jubilarse, siempre reconocía que echaba de menos el quirófano. Ejerció su profesión con pasión, dedicación y tesón, aunque a veces dejase algo de su salud en tantas guardias encadenadas. Dado que su mujer es de Pontevedra, ejerció siempre en la ciudad del Lérez. Trabajó primero en el sanatorio Santa María, después en el Provincial y más tarde fue destinado al hospital de Montecelo, donde terminó su vida laboral. Años después de jubilarse, su salud comenzó a resentirse. Tuvo problemas de espalda, que le acabaron obligando a ir en silla de ruedas. Aún así, su estilo no era quejarse. Todo al contrario, agradecía que su cabeza no fallase y pudiese disfrutar de su mujer, que era la piedra angular de su existencia y su gran cuidadora, de sus hijos y de sus nietos. 

Precisamente, hoy, con toda la emoción encima, su hija Yoya recordaba lo mucho que se preocupaba por todos y cada uno de ellos. Con añoranza, contaba que a su padre no le gustó cuando dio el paso de meterse en política. Le dijo que era demasiado sincera y que iba a sufrir. Señala ella que razón no le faltaba y, con tanta pena como agradecimiento por los años compartidos, explica que su progenitor era su figura de referencia, la persona con la que consultaba cada una de sus decisiones «aunque luego a veces le hiciese caso y otras no».

Madridista hasta la médula, vivió con pasión la victoria de su equipo ante el Barça hace solo dos días. Estaba contento con la victoria. Poco después, rodeado de los suyos, como a él siempre le gustaba estar, falleció.