Cuando se llama por teléfono a determinadas organizaciones, por ejemplo a una compañía de telefonía, se oye una información pregrabada, a través de la cual se nos dirige al departamento adecuado a base de marcar el uno, el dos, etcétera. No podemos interactuar con esa máquina. Al final, acaban poniéndonos con una persona (un operador real o asistente real), que nos dice: «Mi nombre es Maruxa, ¿en qué puedo ayudarle?».
Nuestras principales fuentes de información del mundo que nos rodea son la vista y el oído. Desde que han aparecido en nuestras vidas los actuales aparatos digitales, hemos desarrollado el tacto: apretamos botones o zonas de pantalla, deslizamos los dedos para hacer operativo el smartphone, para contestar a una llamada, para pasar fotografías o páginas.
Pues bien, de un tiempo a esta parte, han hecho acto de presencia los asistentes virtuales que facilitan la interacción a través de la voz. Nosotros preguntamos y los asistentes responden de viva voz, al tiempo que muestran la información en la pantalla. Los principales asistentes virtuales son: Siri de Apple, Alexa de Amazon, Cortana de Microsoft y Google Assistant. En un futuro próximo, la voz será la forma principal de usar un ordenador, un móvil o una tableta. Es decir, a través de asistentes virtuales capaces de entender el lenguaje de los seres humanos y replicar en un idioma entendible.