Bagdad y Kabul, sacudidas

Yashmina Shawki
yashmina shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

01 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las temperaturas ya superan los 45 grados al mediodía. El ayuno impuesto durante el mes de Ramadán, recién iniciado, no hace sino agravar la penuria física con el castigo meteorológico. Tras un largo día de canícula y ayuno, por fin, al anochecer, la ciudad cobra vida. Es el momento de salir a hacer la compra, ir a un restaurante a cenar con la familia y rematar la velada con un refrescante helado en un local con terraza al aire libre. Uno de los pequeños placeres que supone vivir en Bagdad. Pero, por desgracia, a los seguidores del credo fanático y extremista del Estado Islámico, en retirada por el avance de las tropas kurdas e iraquíes en la ciudad de Mosul, semejante actividad les parece pecaminosa y digna de castigo. Porque disfrutar de la vida es para ellos la peor de las ofensas. Y les da igual que sean musulmanes que cumplen con los preceptos del Ramadán, cristianos que peregrinan a un lugar santo en Egipto u occidentales que asisten a un concierto en Mánchester. Todos son infieles y, por ello, la madrugada del martes volvieron a asesinar a 40 personas y provocaron heridas a más de un centenar. Y no contentos con sacudir la capital iraquí, a la mañana siguiente, en plena hora punta, un camión cargado de explosivos estalló en la zona diplomática de Kabul, provocando la muerte a 90 personas e hiriendo a más de 400. 

El mensaje de los terroristas es claro: atacaremos en Occidente y en Oriente, a cristianos y musulmanes, a todos los que se opongan a nuestros designios. Es una declaración de guerra en un momento en el que, pese a todo, su derrota cada vez está más próxima.