Presupuestos: el dilema del prisionero

Uxio Labarta
uxío labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

01 jun 2017 . Actualizado a las 08:09 h.

Pilar Canicoba

La visión clásica de la acción del Gobierno y de los grupos de la oposición se rige, aparte de la confrontación real o escenificada, por un toma y daca mejor o peor recibido por la opinión pública. Esta estrategia de la teoría de juegos se expresa con nitidez sobre todo en la negociación de los presupuestos cuando el Gobierno proponente carece de los apoyos parlamentarios suficientes. Por ello, cuando hace unos meses el debate político en España se centraba en la abstención del PSOE para no ir a unas terceras elecciones y permitir gobernar a Rajoy, quien se había erigido en el único capaz de gobernar, no entendí cómo la dirección socialista después de las elecciones de junio no intentó aplicar en sus negociaciones la teoría de juegos, y en particular ese toma y daca del dilema del prisionero. Algo que tampoco hizo Rajoy, dada su estrategia ganadora con alternativas y sus apoyos entre los formadores de opinión pública, frente a la bisoñez socialista. Condicionado todo ello porque la relación de confianza entre populares y socialistas se había deteriorado gravemente desde el 2004. 

No tuve dudas de que Rajoy tenía alguna alternativa, si bien con costes más elevados en la opinión pública que la abstención socialista, y que llegada la necesidad la activaría. Rajoy, señalé, «hará lo imposible para negociar y pactar con Ciudadanos y Coalición Canaria, quizá el PNV y si me apuran con los independentistas de CDC». Tal hizo para la Mesa del Congreso, el decreto de la estiba, y tal acaba de hacer ahora en los pactos presupuestarios. Asentados primero en sus acuerdos con Ciudadanos, Foro Asturias y Coalición Canaria, que le habían apoyado en su investidura, y completado ahora con el imprescindible PNV y con Pedro Quevedo de Nueva Canaria, en una escenificación perfecta y secuencial del toma y daca de la teoría de juegos y en un revival del pacto presupuestario clásico, sostenido siempre en el juego territorial. Antes lo fue por CiU y hoy por el PNV y los canarios. Lo que no los iguala, pues uno puede estar de acuerdo con Enric Juliana cuando señala al PNV como «la cartera» mejor gestionada de España, y cabe esperar que las formaciones canarias tomen la misma senda. Lo que en ningún caso ha hecho CiU en su acción de gobierno y sus objetivos de impunidad.

Por ello, resulta extraño el desprecio tan amplio de los pactos, política virtuosa, y comparto con el presidente de la Xunta la necesidad de «desterrar la demonización del que piensa o siente diferente», para impedir una práctica habitual e injusta en quienes ostentan poder.

Práctica que sobrancea el hecho de que un dirigente popular haya apoyado la construcción de una plaza dedicada a un dirigente socialista, o este haya otorgado su confianza en la Administración pública a quien iba a ser dirigente popular. Historias de decencia que confortan, pero no da en el olvido a tantos ruines incapaces, con poder regalado, que se afanan en perjudicar a los otros.