Chanel N.º 5

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer I Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

04 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace poco salió a la luz un libro escrito por el podólogo de Joe DiMaggio, el famoso jugador de béisbol de los New York Yankees: Dinner with DiMaggio: Memoirs of an American Hero.

Me imagino que la conversación que se entabla con un callista debe de ser parecida a la que se desarrolla con el peluquero o la esteticién, son situaciones íntimas, con contacto físico y aderezadas de un cierto tormento, normal que uno alivie la tensión contándole su vida al operario.

Lo que me parece fatal es que DiMaggio largara al pedicuro su vida íntima con Marilyn Monroe, y que lo hiciera -según cuenta el susodicho- para que más adelante sus confesiones pudieran ser útiles al mundo. ¿Útiles para qué? ¿Acaso pretendía desnudarnos la desnudez áurea de Marilyn? ¿Desvelar que la Monroe era humana?

Según confesaba Joe, Marilyn tenía un serio problema con la higiene personal, pero él lo perdonaba argumentando que estaba peor porque estaba deprimida. Y no, resulta que Marilyn parece que era un poco descuidada en su aseo estuviera melancólica o no.

Décadas fantaseando con poder aspirar el aroma de su pijama: «Yo duermo desnuda con dos gotas de Chanel N.º 5», declaró a la prensa. Pero si hacemos caso a lo que el callista cuenta que le contó el lenguaraz DiMaggio, más que una filigrana del sofisticado glamur de Marilyn, se trataba de una añagaza para disimular el pestuzo.

Intento pensar que lo que le decía DiMaggio a su podólogo no es más que una bravuconada machista tendente a humillar a la aromática diosa californiana y así mostrarse condescendiente y superior a ella.

Buceando en los tejemanejes humanos con el olor corporal, descubrí que las estrategias para aplacar el tufo vienen de lejos, por ejemplo, que el origen del ramo de novias está en que las novias de antaño solían apestar, sobre todo si se casaban antes de mayo, que era la única vez que la gente se bañaba al año.

Y la capa y sombrero de ala ancha que Esquilache mandó recortar para desembozar a los canallas era lo que les salvaba de las desagradable consecuencias de ser alcanzado por un cubo de mierda y fluidos atómicos arrojados desde las ventanas al grito maorí de «¡agua va!».

Los cancanes, polisones, paniers, calzas, y demás capas de cebolla que vestían las damas y los caballeros no tenían otra función que la de encarcelar el olor de las partes íntimas. Fueron siglos donde los perfumistas dieron el pelotazo.

La verdad es que el Chanel N.º 5 tiene un aroma muy fuerte, pero para lo único que lo utilizaba Marilyn era para maridar mejor su exquisito aroma de mujer eterna.

El que huele mal es el podólogo.