Los faisanes siguen volando

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

12 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los ciudadanos estamos preocupados. El CIS nos devuelve nuestra imagen de mayo y en ella seguimos viéndonos preocupados por el paro, la situación económica negativa que creemos que irá a peor y, en un repunte lógico por lo que se sabe y lo que se intuye, la preocupación por la corrupción. Como línea de fondo le siguen los políticos, los partidos y la política. La preocupación oscilante por la corrupción, registrada desde hace años en nuestro retrato del CIS, no deriva de casos puntuales, (Gurtel, Púnica, Lezo, Eres, Palau, Murcia, Valencia o el amplio 3 %) sino que su amplitud y persistencia los ha convertido en estructurales y, lo que es peor, saqueos aparte, ha puesto en evidencia las maniobras sobre los poderes del Estado para minimizar los costes políticos y personales. 

No de otra forma se pueden entender las maniobras en el poder judicial, la audiencia nacional, las fiscalías y por último en las unidades especiales de investigación de la Guardia Civil y la Policía. Enredados en comisiones de investigación, los parlamentarios no dan por el aviso y es probable que, como ya sucediese, vuelvan a perderse en un final sin conclusiones.

En el Parlamento tenemos tres comisiones de investigación que se mueven en la indeterminación de su alcance y metodología. Por una parte una, en el Congreso, sobre la financiación irregular del Partido Popular replicada, al modo de neuronas espejo, por otra comisión de investigación sobre las finanzas de todos los partidos promovida por la mayoría absoluta popular en el Senado. El análisis efectuado por el periodista Gonzalo Bareño nos sitúa en la auténtica dimensión que se le quiere dar a ambas. También lo que el Partido Popular quiere impedir en el Congreso, por vías jurídicas y constitucionales, y lo que pretende utilizar como intercambio o trueque con los partidos de la oposición al promover en el Senado su comisión de investigación.

En paralelo el Congreso de los Diputados también parece que investigará (sic) el funcionamiento del Ministerio del Interior en relación a operaciones políticas por parte de una «brigada policial» de difícil calificación. Si no hubiera leído hace años aquel artículo del diputado Ignacio Cosidó, El vuelo del faisán, en el que responsabilizaba a Rubalcaba, entonces ministro, de dirigir o promover actos delictivos en relación a ETA, quizá no se sorprendería de la ignorancia de la que hizo gala en relación a su ministro, sus subordinados que lo puenteaban, y las conversaciones grabadas en el propio ministerio de Interior cuando Cosidó se encontraba al mando de la Policía.

Si los políticos y sus partidos se propusieran abandonar el cuarto puesto en el ránking de preocupaciones de los españoles y además resolver el uso partidista y torticero de las instituciones del estado y de las administraciones públicas para dar fin también al segundo problema en el escalafón, la corrupción, deberían aplicarse en fortalecer la independencia de las instituciones del Estado para el bien de lo público y de los ciudadanos.