El Rif, contra la injusticia

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

14 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Rif se encuentra en la ribera sur del Mediterráneo, aislado del resto de Marruecos por la cordillera que le da nombre. La difícil orografía le ha castigado a un alejamiento tanto físico como económico y con él, a la pobreza y al subdesarrollo. Para reclamar que cesara esta desigualdad, ya en 1958, los rifeños se levantaron contra el rey Hasán II, quien sofocó la protesta de manera violenta. Una vez aplastada la rebelión, aisló aún más a esta región, confiando que la desaparición de líderes intelectuales le permitiera mantener a la población subyugada. Y así fue hasta que, en el 2011, contagiados por el espíritu de la denominada Primavera Árabe, los rifeños volvieron a echarse a las calles. En esta ocasión, el monarca Mohamed VI consiguió aplacarles con unas modestas reformas legislativas. Sin embargo, las penurias en la región continuaron como siempre. 

La muerte de un pescador al que le incautaron su captura por estar en veda, en octubre del año pasado, hizo resurgir las protestas. La detención el 29 de mayo de Nasser Zefzafi -líder del Harik al Shaabi, el Movimiento Popular- y de más de 100 activistas ha supuesto que todas las noches, tras el fin del ayuno, los rifeños salgan a la calle alentados por Nawal Benaisa, la líder que ha sustituido a Zefzafi. La gran manifestación en Rabat del día 11 en apoyo a los rifeños por parte de todo el espectro político -incluidos los islamistas- es una seria advertencia de que ni las concesiones legislativas ni la mano dura en El Rif van a lograr aplastar el movimiento que pide la derogación de la declaración de zona militarizada, la creación de una universidad y mejoras que permitan a más del 60 % de la población en paro tener una forma digna de ganarse la vida.