Caen chorros de tinta a diario que tratan de dictaminar qué son los millennials, esa originalmente etiquetada generación que, según los expertos, carece del gen del compromiso social, solo sabe conjugar la primera persona del singular y padece un defecto congénito en las vértebras superiores que les obliga a caminar con el cuello flexionado y los ojos pegados en la pantalla del móvil. Pongan en Google millennials y se encontrarán con que unos medios dicen que son los nacidos entre 1977 y el 2000, otros dicen que entre 1980 y 1996, una consultora de consumo habla de 1980-1994, otra de 1982-2004, perdonen el aturullo, un prestigioso medio español dice ahora que son los nacidos entre 1980 y el 2000 pero hace cuatro meses decía que habían visto el mundo entre 1982 y 2004, y otro medio también español y también prestigioso dice que son los nacidos entre 1981 y 1995. No parece que los expertos tengan demasiado claro quiénes son los millennials, pero sí, sin embargo, cómo son: narcisistas, apáticos, perezosos, sin ideas y el resto ya lo suponen. «Los jóvenes de hoy en día ya no tienen ideologías, solo piensan en las drogas, en el sexo y en orgías», cantaban Les Luthiers, hace 18 años. Que sí, que los jóvenes son un desastre y el mundo se acaba. Pero para llegar a esta experta conclusión no hacía falta inventarse nuevas etiquetas.