¿Guerra ganada?

OPINIÓN

11 jul 2017 . Actualizado a las 08:25 h.

Las guerras no las gana nadie porque siempre las pierden los más débiles, los civiles. Al contemplar las terribles fotografías de la devastación de Mosul y, sobre todo, al observar las imágenes de los últimos liberados de su casco antiguo -niños esqueléticos fruto de la hambruna impuesta por el asedio- podría dar la impresión de que, en lugar del 2017, nos encontramos en la España de 1939 o en la Polonia de 1945. Y es que si hay una población castigada como pocas por enfrentamientos bélicos esa es la iraquí. Desde el ascenso al poder de Sadam Huseín en 1979, los iraquíes han sufrido los largos años de guerra contra Irán, de 1980 a 1988, la invasión de Kuwait de 1990, la guerra del Golfo de 1991, la invasión internacional del 2003, el caos sectario y el terrorismo más brutal desde entonces y, por último, la irrupción del Estado Islámico en el 2014 en el norte del país.

De ser uno de los países más prósperos de Oriente Próximo en los años setenta, hoy es un Estado profundamente herido por la división sectaria, con un gran retroceso en los derechos civiles -se estima que un 43 % de las mujeres son analfabetas- y, sobre todo, un desigual reparto de la riqueza. Según un informe de Unicef, de los más de 34 millones de iraquíes, 6,5 millones son pobres y, de estos, 3,7 millones son niños. Tras los nueve meses de ataques a Mosul y los tres años de ocupación, estas cifras pueden incrementarse en dos millones de personas. Entonces, ¿guerra ganada o perdida?