Asesinada por amar a quien no era su igual

OPINIÓN

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La violencia que ha sufrido Celine no puede excusarse en un concepto tan vago e intangible porque tiene todos los visos de ser un simple crimen pasional

04 ago 2017 . Actualizado a las 08:08 h.

Absolutamente intolerable. Una afrenta vergonzosa que había que solucionar de manera expeditiva. ¿Cómo se podía permitir que una de las suyas se mezclara con uno de los de ellos? ¡Inadmisible! Una mujer como ella no podía casarse con alguien ajeno a su comunidad. ¡Hasta ahí se podía llegar! ¡Era necesario impedirlo! ¡Era imperativo castigar semejante desatino! ¿Y qué mejor manera que secuestrarla, atarla, violarla, asesinarla y por si acaso resucitaba, cortarle la cabeza y meter su cuerpo decapitado en una nevera? ¡Así aprenderían, ella y todas las que pensaban como ella! ¡Faltaría más! 

Y es que la hermosa Celine Dookhran, de tan solo veinte años de edad y de origen indio musulmán, cometió un crimen terrible, digno del peor de los castigos: enamorarse de un hombre que no era indio. Ni siquiera su condición de musulmán resultó aceptable para una comunidad que considera a las mujeres como parte de su propiedad.

Aberrante. Y más aún si tenemos en cuenta que esto no ha ocurrido en remotas montañas de Asia central, sino en la cosmopolita Londres. Pero no nos llevemos a engaños. Hay ser claros y tajantes. La violencia sufrida por esta joven y por una amiga, que no corrió la misma suerte que ella porque logró escapar de sus captores, no responde a una cuestión de discrepancia religiosa, ya que los dos jóvenes eran musulmanes, ni tampoco se trata de una cuestión de honor, porque anunciar un matrimonio es algo de lo más honorable dentro de esta fe.

La violencia que ha sufrido Celine no puede excusarse en un concepto tan vago e intangible porque tiene todos los visos de ser un simple crimen pasional. Venganza, quizás por un rechazo. Aunque lo que subyace es ese inveterado machismo fruto de una sociedad patriarcal en la que la mujer es solo una propiedad, una prolongación de la voluntad del hombre y como tal debe someterse a lo que él dicte, incluyendo el matrimonio y, lo que es más terrible, la vida o la muerte.