Crecimiento y creación de empleo

Manel Antelo
Manel Antelo TRIBUNA

OPINIÓN

04 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El dato más reciente acerca del crecimiento de la economía española muestra que el PIB ha crecido el 3,1 % en términos interanuales, una cifra semejante a las del 2015 y el 2016. Al mismo tiempo, el empleo creado aumentó el 2,8 % a lo largo de los últimos doce meses respecto al año anterior, una cifra que está por encima de la de los últimos cuatro trimestres. 

La relación entre crecimiento económico y creación de empleo es un asunto de la máxima importancia cuando se trata de investigar el desempleo; máxime en un país como España, que tiene el dudoso honor de exhibir la segunda mayor tasa de desempleo de Europa, solo superada por la de Grecia. ¿Cuánto ha de crecer la economía para que consiga crear empleo?

Si observamos lo que ha sucedido en los países occidentales a lo largo de las últimas tres décadas, se podría concluir que el crecimiento económico es un medio para que aumente el número de personas ocupadas. No obstante, la posibilidad de producir una mayor cantidad de bienes y servicios sin necesidad de que trabajen más personas también existe, lo cual pone en tela de juicio que el empleo sea una consecuencia inexorable del crecimiento económico. En efecto, que el PIB de España a día de hoy sea similar al del año 2008, mientras que el empleo con el que se consigue generar dicha riqueza sea significativamente menor ejemplifica a las claras que la relación puede ser muy dependiente del tipo de modelo productivo que predomine en la economía.

Siempre que se intenta relacionar crecimiento y empleo es inevitable acudir a la ley de Okun. Esta ley fue establecida en 1963 por el economista norteamericano Arthur Okun a partir de los datos que observó en la economía de EE. UU. durante la década de 1950. La sencillez con la que fue enunciada sirvió para su rápida popularización. Para mantener el nivel de empleo de un país, el PIB debe crecer a un ritmo anual de alrededor del 3 %. Cualquier incremento inferior a esa cifra se traduce en un incremento del desempleo por la mejora de la productividad. Y si pretendemos aminorar la tasa de paro, entonces es necesario crecer dos puntos porcentuales más por cada punto porcentual que se quiera reducir el desempleo.

Aunque esta ley se ha ido cumpliendo de forma razonablemente exacta a lo largo del tiempo, nunca ha podido demostrarse que sea una regularidad teórica. De hecho, Okun alertó de que su observación solo se cumpliría cuando la tasa de desempleo se situase entre el 3 % y el 7,5 %. Ergo, parece que el porcentaje de crecimiento necesario para generar empleo depende del país en cuestión y del período histórico. Por ejemplo, en España durante la época del bum inmobiliario, se creaba empleo con tasas de crecimiento del PIB del 1 % e incluso menos. Este sector, intensivo en mano de obra, absorbía mucho empleo y además era determinante en el crecimiento de toda la economía. Después, con el advenimiento de la crisis, muchas de las empresas que sobrevivieron fueron aquellas más tecnificadas y que utilizaban menos mano de obra. Como consecuencia, se pasó a una situación en la que con un crecimiento del 1 % e incluso más no se creaba empleo, sino que seguía destruyéndose. Es entonces cuando surge el mantra de que España necesitaba crecer, como mínimo, al 3 % anual para crear empleo.

Los datos más recientes permiten sugerir que ciertas mejoras en la economía, como el mayor peso del sector exportador, podrían estar relajando este requisito. En particular, que con un crecimiento del entorno del 3 % se consiga incluso reducir la tasa de paro, aunque sea tímidamente. Lo cual no es baladí, porque, ya se sabe, primero es el crecimiento, después el empleo y, solo después, el paro.

La posibilidad de producir una mayor cantidad de bienes y servicios sin necesidad de que trabajen más personas también existe, lo que pone en tela de juicio que el empleo sea consecuencia inexorable del crecimiento