Muerte entre las fotos

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

Pilar Canicoba

07 ago 2017 . Actualizado a las 08:27 h.

Me ha sorprendido la noticia de que desde la aparición de la moda de hacerse un selfie, más de cincuenta personas han dejado la vida en el intento. La edad media de los fallecidos está en torno a los veinte años y más del 70% eran hombres; las causas más frecuentes son caídas de acantilados y edificios, ahogamientos y atropellos de tren. Increíble pero cierto. 

Es importante señalar que no todos utilizaban el famoso palo del selfie. Entre los que sí lo usaban es destacable el fallecimiento por electrocución de una joven rumana que recibió una descarga de 27.000 voltios, y el de un hombre galés que convirtió su palo en un certero pararrayos; ¡vaya palo! En conjunto, los datos dicen que muere más gente por esta moda que por ataques de tiburones; sin embargo, las playas no se cierran por ataques de selfies. ¿Por qué asumir ese riesgo?

Pues bien. Aceptando que los autorretratos se hacen para que los demás los vean, supongo que ese riesgo se asume para mostrarnos en las redes como personas intrépidas o arriesgadas. Nadie, creo yo, se fotografía comiendo veinte torrijas para llegar a casa y ver su propia cara de panoli inflada; si lo hace es que para que sus agregados lo vean, certificando en una imagen su propia estupidez.

Es verdad que hay autorretratos que no entrañan riesgo alguno; podemos fotografiarnos con un paisaje, con nuestro futbolista favorito o con una ración de pimientos de Herbón, pero eso tiene mucho menos impacto ante nuestros amigos que si nos inmortalizamos cuando pasa un tren o colgados en un balcón.

Reconozco que el palo del selfie también puede salvar vidas, como le ocurrió en Massachusetts a Erynn Johns, de 16 años, que decidió ingresar al mar con el palo para grabar sus hazañas en el agua; las olas arrastraron a la joven. Su padre no lo pensó dos veces y salió al rescate de su hija utilizando el mismo accesorio para alcanzar a la joven, en medio de gritos y desesperación. El palo salvavidas.

En fin, a mí esto de hacerse selfies que entrañen algún riesgo me parece una estúpida moda masculina que supongo que, como otras muchas, algún día pasará. Hay quien se tira del balcón a la piscina, conduce a ciegas o ciego, o se baña en la playa con bandera roja. Hay quienes graban a su niño cayéndose de la mesa, a unos perros peleándose e incluso quienes documentan la manera de comerse cien perritos calientes en una hora. La estupidez humana no tiene fronteras.

Entretanto, mientras los turistas siguen haciéndose selfies en el muelle de mi pueblo, yo sigo haciéndome autorretratos en los que no salgo. En cuanto al palo, el único que tengo es una vara de avellano.