Les habrá pasado alguna vez. A mí sí. He estado buscando, a través de Internet, hoteles en una zona concreta. Al instante me llegan informaciones de varios portales de reservas con ofertas en la zona específica en donde había buscado ¿Cómo se han enterado? Se han enterado porque nuestros datos más personales, captados mediante cookies y otras triquiñuelas, almacenados por los buscadores de Internet y los centros de las redes sociales, se venden al mejor postor, que compra una especie de libro abierto, lleno de páginas personales en las que figuran: edad, localización, nivel de estudios, sexo, tipo de casa, composición familiar, fecha del cumpleaños, etcétera. Parece ser que, si te estás separando, empiezan a llegarte al correo páginas de contactos.
¿Qué podemos hacer? Hay que leer lo que normalmente no leemos: la política de privacidad de buscadores y demás, con el fin de preservar lo que queremos que no se sepa de nosotros, porque la intimidad no está protegida por defecto.