Pruebe con la ignorancia

Manuel Blanco EL CONTRAPUNTO

OPINIÓN

21 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Para los nativos analógicos que crecimos con Jackie y Nuca, la epítome del fake es aquel incidente del cantante, el armario y el minino. Una presunta sorpresa televisiva. Una mentira de finales de los noventa que acabó trufando las páginas de un curioso libro sobre leyendas urbanas patrias. Hoy, con el asunto este de los fakes bien se podría edificar una Larousse. Las redes sociales se han convertido en un hormiguero de trolas y medias verdades que arrastran a públicos de toda condición. Los hay indocumentados, también ilustrados, zagales recién salidos de la ESO e individuos ya talluditos y con miles de horas de vuelo... El patio de vecinas es hoy coral, diverso e insomne.

Como quiera además que la capacidad de superarse del ser humano es infinita, en este terreno del bulo se ha proyectado con la fuerza de un tsunami. Ni una jornada sin burrada, habría que titular este momento histórico. El último episodio, el del supuesto Premio Nacional de Cultura para Pablo Motos, nos ha regalado tardes de gloria. O bochorno, ya usted decide. El presentador es la esencia del ruedo ibérico: o lo amas o lo odias. Ni rastro de grises. El nutrido contingente que por lo visto integran estos últimos aprovechó un embuste convertido en verdad para saldar cuentas con él. La patraña corrió como la pólvora por Twitter y Facebook el sábado y el domingo hasta que el lunes varios periódicos decidieron salir al paso y desmontar el sainete.

La era de la posverdad y la infoxicación por la que transitamos pide a gritos nuevos hábitos informativos. Que son los viejos, por cierto. No todas las fuentes son iguales, aunque en las redes sociales a veces lo parezcan. Es obvio que lo de Motos es una anécdota, pero el brexit antes y ahora Cataluña nos debieran enseñar que la capacidad de manipulación colectiva es hoy más poderosa que en ningún otro momento histórico. La mentira nunca circuló por autopistas tan concurridas.

Seguramente la única solución a este despropósito sea la educación. El pensamiento crítico, que sostenían los clásicos. Eso que siempre repite Derek Bok, el que fuera rector de la Universidad de Harvard: «Si piensa que la educación es cara, pruebe con la ignorancia».