La secesión de los ricos

Albino Prada
Albino Prada CELTAS CORTOS

OPINIÓN

16 oct 2017 . Actualizado a las 08:03 h.

Como muy bien explica Antón Costas en su último libro, en Cataluña los efectos de la crisis del 2008 se concretaron en una indignación con dos caras: de sectores excluidos del bienestar social hacia posiciones a la izquierda de la socialdemocracia, y de las clases medias hacia posiciones independentistas más allá de las autonomistas tradicionales. La crisis irrumpe en una sociedad que observa como su bienestar social se deteriora a pasos acelerados. Surge así una indignación por el deterioro presente (frente al enriquecimiento obsceno de unos pocos) y miedo al deterioro futuro por parte de las clases medias. En un artículo publicado con Patricio Sánchez, en la Revista de Economía Mundial, analizamos para trescientas regiones europeas como están transformando, en plena crisis, su nivel relativo de riqueza (PIB por habitante) en progreso o bienestar social. Para el caso de Cataluña se observa que, siendo una región algo menos rica (en PIB por habitante) que Madrid o el País Vasco, mientras en los indicadores sanitarios y de empleo su distancia respecto a estas regiones no se hace mayor, para los indicadores educativos y de bienestar social su situación es mucho peor a la de aquellas regiones. No es extraño que, en esas circunstancias, tome cuerpo la percepción social de imputar ese deterioro al hecho de ceder recursos fiscales para otras regiones menos ricas de España. Algo que durante los años de bonanza se podía encajar sin mayores dificultades, se pasa a considerar un expolio insoportable en las circunstancias de endeudamiento y déficit público crónico actuales. Porque es en parte por esos recursos que cede Cataluña (en absoluto por los que de forma permanente no aporta el País Vasco, ni por los que succiona el capitalismo de amiguetes madrileño) que regiones como Cantabria o Aragón superan la posición de Cataluña, en el conjunto de las regiones europeas, en bienestar social. Siendo menos ricas. Y también es de esa manera que regiones como Galicia, Extremadura o las dos Castillas consiguen hacer que su brecha con Cataluña en riqueza por habitante sea mucho menor en cuanto a bienestar social. Del autismo vasco en este asunto y del deterioro de la inclusión social dentro de Cataluña habría que ocuparse en serio, sin empeorar el bienestar social en las regiones menos ricas de España. Aunque para ello, en vez de enfrentarnos por nuevas fronteras internas, habría que conseguir que muchas de las rentas y patrimonios más privilegiados dejaran de escaquear, en sus paraísos fiscales, las rentas y beneficios que obtienen en un mercado español que tienen cautivo.