Alfonso X acuñó la frase «quien queme el monte, al monte» y a pesar de tamaña crueldad pasó a la historia con el sobrenombre de El sabio. Quien esto escribe no es partidario de soluciones tan drásticas, pero sí de que se trate a estos sembradores de terror como vulgares terroristas. No es de recibo que un tanto por ciento muy alto de los pirómanos detenidos en los últimos años se haya ido de rositas sin pisar celda alguna. Lo que ha ocurrido este fin de semana en Galicia es equiparable al peor de los atentados terroristas. Varios muertos. Y Galicia herida de muerte. Dentro de la tragedia destacar la solidaridad demostrada por todo cuanto gallego tuvo la oportunidad de echar una mano, con riesgo de sus vidas, para ayudar a la extinción de los fuegos provocados por esas alimañas. Sabían dónde y cuándo hacerlo. Esperaron al día idóneo para que el daño cometido resultara el mayor posible. Que sean encarcelados y así puedan demostrar su innata inteligencia aprendiendo a jugar, por poner un ejemplo, al ajedrez.