Operación retorno

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

25 oct 2017 . Actualizado a las 08:03 h.

Volvió Operación triunfo con la nostalgia por bandera y el anhelo de provocar en los nuevos milenials las emociones que generó el concurso la primera vez. La operación retorno fue líder de audiencia el lunes, aunque no arrasó como hacía prever el explosivo reencuentro de Bisbal, Chenoa, Rosa y compañía. Hay que rendirse a la evidencia de que, en un mercado saturado de concursos de talentos, es difícil que vuelva a producirse la catarsis colectiva de la inauguración. OT tendrá siempre el reconocimiento de haber sido el primero que descubrió el potencial televisivo de mostrar a unos cantantes inexpertos que llegan como «diamantes en bruto» y van haciendo progresos en la pantalla.

Los concursantes de la nueva OT vivieron ayer sus primeras 24 horas dentro de la academia, un edificio presuntamente embrujado donde, les advirtieron, hasta Cuarto milenio ha ido a grabar psicofonías. Pero su primera prueba los asustó más que encontrarse a un fantasma en el lavabo: tuvieron que revisar, algunos entre lágrimas, su actuación de la noche anterior. La primera gala suele ser un desastre, los consolaron los profesores. Desde ahora solo les cabe aprender y superarse a sí mismos, aunque sean escasos los cantantes surgidos de un programa de televisión, desde OT a La voz, que han logrado tener repercusión en el mundo de la música más allá del «the end».